𝟭𝟮﹕rasca.

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beomgyu suspira. está más cansado que incluso le gustaría dormirse ahí en la sala, pero tampoco. después de una semana de puro trabajo los viernes para él siempre se sienten bien merecidos, sobre todo porque sabe que puede dormirse y despertar tardísimo. cómo le gusta desorganizar su horario de sueño. y ahora hasta más, ya que tiene razones de más peso para hacerlo que ver videos de animalitos en youtube hasta la madrugada.

— nunca te he preguntado...— comienza, termina de tragar el pedacito del pastelito que tiene en la boca antes de hablar. yeonjun le mira atentamente desde el otro lado del mueble. — ¿qué haces tú con tanta plata?

— ¿tú qué crees que hago? — la obviedad con la que le pregunta es suficiente para saber que se refiere a la cuerda de comida que se la pasa comprándole a él casi que todos los días. sin embargo, beomgyu no se siente mal porque sabe que no lo dice en mal plan.

— no, chico. antes... ¿en qué te gastabas todo esto? — lo ve acomodarse en el mueble y él inconscientemente lo hace también. hace burde calor a pesar que tiene todas las ventanas abiertas. — seguro tenías como quince jevas a la semana.

tiene que taparse la boca cuando su comentario tan repentino le provoca una carcajada que se tiene que reprimir para no ahogarse. beomgyu también se ríe.

— no, vale. tú sí eres inventor...— se encoge de hombros y mira por un momento su pastelito de carne, como pensando la vaina.— no hacía nada, pues... a veces salía por ahí pero no es que todo el tiempo.

— ¿de pana? — asiente. beomgyu chasquea la lengua. — nojose. yo que pensaba que eras burde bochinchero.

— ¿tengo pinta? — lo mira por un momento y le hace un gesto de más o menos con una mano. hace bolita la servilleta que terminó de usar y la mete en la bolsa que sigue en la mesita (y, si es por beomgyu, se quedaría ahí toda la noche).

— tienes pinta de candela. — la sonrisita que tiene se ensancha y bueno, a beomgyu le encantaría saber qué pasa por su cabeza cuando le sonríe así. porque bien sabe que no es una sonrisa de burla o de risa o de chalequeo o nada así, porque esas las conoce. es el tipo de sonrisa que hace que se sienta sin aire, ligero, sin embargo.

— ¿tú crees? — asiente y, al igual que él, yeonjun se limpia la boca con su servilleta una última vez antes de meterla en la bolsita y cerrarla. se acomoda en el mueble. — hm... mira tú...

— ¿qué?

— ¿qué? — beomgyu lo ve con los ojos entrecerrados, cosa que le saca una carcajada. no tanto por no saber la razón de la sonrisita marica que no se le borra, sino porque hay algo en ella que le causa gracia. beomgyu es burde raro, pero lo que tiene de raro lo tiene de lindo (y recordemos que yeonjun piensa que beomgyu es rarísimo).— ¿qué es, pues? ¿por qué me miras así? ¿te gusto o qué?

— si supieras...

— ¿hm? — el menor nada más niega. cagado porque ni se dio cuenta que había dicho eso, piensa que está pasado de salío y que ajuro tiene que aprender a controlar esa lengua.

— nada. ¿salimos por'ahí? — yeonjun mira el reloj cuando beomgyu se para de lo más tranqui y se sacude las migitas del pastelito del pantalón.

— ¿a esta hora, chino? — se encoge de hombros.

— es viernes.

— ¿y?

— ¿y? ¿pretendes que nos quedemos aplastados en esta mierda puro jartando, pajuo? — yeonjun no dice nada, pero su silencio es respuesta suficiente para el castaño, que le voltea los ojos y lo agarra de las manos para que se pare también. porque yeonjun se ve de un animado...— dale, chico. no seas aburrido.

𝗾𝘂𝗶𝗻𝘁𝗼 𝗽𝗶𝘀𝗼. yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora