𝟭𝟯﹕guayabo y coñaza.

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— beomgyu. — cree escuchar que lo llaman pero siente los párpados tan pesados que ni siquiera el olor a fritanga que inunda el departamento o la sensación incómoda del espaldar del mueble en su nuca es suficiente para que ese carajo reaccione. 'ta como muelto. pero no le queda más que hacer caso cuando siente como algo le hace presión en la barriga; abre los ojos de golpe y se da cuenta que es yeonjun, apoyando una rodilla encima suyo con una bolita de masa entre las manos. — párate, pues. van a ser las dos.

— ¿qué es, vale? tú sí eres, nojose...— se queja quitándoselo de encima y se levanta haciendo berrinche, tal cual carajito al que llaman en la mañana para irse al liceo. yeonjun se ríe y a beomgyu le toma un ratico darse cuenta que está de lo más tranquilo haciendo empanadas. — ¿y eso? ¿madrugaste?

— sí, gafo. me paré hace una hora. tómate eso. — pone en frente suyo una pastilla y una taza llena de lo que parece té de manzanilla. a beomgyu la manzanilla no le gusta mucho, pero ese no piensa un coño cuando se mete esa pastilla y se lo toma. — ¿qué más?

— yo no sé quién coñoesupepa me dijo a mí que yo estaba pa' rascarme, vale. — apoya la cabeza en su mano y las ganas de dormirse encima del mesón no le faltan, incluso pensar le duele. yeonjun nada más está ahí de lo más campante echando empanadas en el caldero como si nada. — ¿y tú, campanita? te ves de un sanito.

— si te contara...— se limpia las manos con el pañito de cocina y se sienta en la silla frente al menor, que espera atentamente que continúe. — no me acuerdo de nada.

— ¿de nada? — niega y, como un recuerdo seco, sus palabras hacen que beomgyu piense en algo que no se le había pasado por la cabeza antes. mira su taza de té y el malestar que parece apretarle la cabeza ya no se siente por su guayabo sino por lo que, muy vagamente, recuerda que pasó.

en su mente hacen eco las últimas palabras que recuerda haber recibido de yeonjun y la forma tan desesperada en la que se lanzó a besarlo. tiene que hacer memoria porque incluso piensa que pudo haberlo soñado. de repente le tiemblan las piernas.

recuerda que el pelinegro dejó caer la botella de cerveza ya casi completamente vacía al piso, el sonido del vidrio rodando por la cerámica se siente pesado. recuerda como lo acorraló contra el reposabrazos del mueble y de como sus manos se enredaban entre su cabello. el sabor de la polar que burbujeaba entre sus labios y los del mayor se siente fresco; se relame inconscientemente los labios, pero el sabor dulce del té que se está tomando es lo único que puede percibir en ellos. el corazón le corre rapidísimo ante el mero recuerdo. pero eso es todo de lo que se puede acordar; como si su cabeza hubiera dejado de maquinar después de eso. incluso se asusta un poquito.

de pana... ¿de pana yeonjun me besó? ...eso, beomgyu.

— ¿queso o jamón? — le pone un plato en frente con dos empanadas. beomgyu le mira y levanta dos dedos. de pana que beomgyu alejandro es el propio guaricho. — ¿vas a hacer que te haga una de los dos, chino?

— dale. yo te ayudo. — aunque incluso levantarse se siente como una odisea, se siente mal por dejar que nada más yeonjun le haga el desayuno como si fuera cachifo suyo. — aunque haga malas empanadas.

— ¿cómo así? — lo ve de un tranquilo rellenando y cerrando la masa, beomgyu la recibe y la mete en el caldero.

— me lo dijiste anoche. que hacía pésimas empanadas. — y claro que está exagerando porque, ajá, yeonjun tampoco es que usó exactamente esas palabras; pero ver la carita de ponchado que tiene el mayor cuando lo escucha decir eso es casi suficiente para que el guayabo que se trae encima desaparezca.

—... ¿yo te dije eso? — asiente, haciendo hasta lo que no puede para no reventar de risa ahí. tampoco así, vale. pobrecito. mira las empanadas crudas como si estas hubieran tenido la culpa de su soltura de lengua bajo el alcohol. — marico... no sé qué decirte.

𝗾𝘂𝗶𝗻𝘁𝗼 𝗽𝗶𝘀𝗼. yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora