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Una simple acción puede hacernos saber y ver muchas cosas.

Un simple roce de manos fue suficiente para enlazarlas, siendo un agarre suave y tímido, que transmitía mucho más allá de lo que sus palabras podían expresar. Porque siendo sinceros, por muchas palabras y cursilerías que hubieran en sus mentes, sería muy tonto para ellos decirlas en voz alta. Freddy no le podría decir cómo le gustaban sus ojos, sería demasiado vergonzoso si no fuera una broma típica de las suyas (la cual no lo es.) O lo mucho que le gustaba como en privado aquel amargado hombre era lo contrario a lo que los demás veían fuera de esas cuatro paredes.

Podría decir mil cosas que le gustaban de Conway, y no acabaría, faltaría mucho más que contar de el, porque en todo el mundo solo él sabe la dulce personalidad que hay detrás de aquel hombre que se pasaba la vida dando golpes y gritando grotescamente.

Se había dado cuenta que esa expresión de irá se desvanecía de su rostro en cuanto caía en brazos de su comisario. Le inundaba una inmensa paz que no tenía hace años, aquella que pensó que nunca más encontraría nuevamente, pero descubrió que sentía a su lado. Se sentía más amado que cualquier persona en el mundo, como los suaves brazos lo acogian y calmaban su ser, sus músculos dejaban de estar tensos y podía dormir con tranquilidad por la paz que era proporcionada por la calidad del cuerpo contrario.

Todo el tiempo que pasa junto a él, Conway se fija en sus notables expresiones, le entretiene y le gusta como su cara se acopla perfectamente a cualquier situación; cuando a Freddy no le gusta algo, o alguna estupidez se escucha en la radio suspira audiblemente, le encantaba verlo enojado, y aunque este no era de enojarse mucho, cuando lo hace se ve gracioso, tanto para los cadetes como a los ojos y oidos del mayor, ya que enredaba muchas palabras y hablaba demasiado rápido, no dando tiempo a entender lo que decía, pero lo más acertado es que eran insultos. Aquel típico "chim" que salía de su boca a modo de afirmación le parecía estúpido al principio, pero luego de verlo y escucharlo decir aquella palabra demasiado nervioso, amó en un instante el momento en que comenzo a decirla.

No era la primera vez que sostienen sus manos con real cariño, muchas veces sus manos encontraron la paz en el roce de dedos ante las atónitas miradas, separándose instantáneamente, no eran capaces de hacerlo frente a muchas personas, no por vergüenza, ya  que algunos sabían de su casi notable "relación", pero al ser agentes de la ley no se pueden dar el lujo de ir tomados de las manos.

Habían momentos en el despacho
(como ahora) donde sus manos se unían, igual que sus labios, dejando salir las reprimidas ganas de amarse y dejarse querer. Eran aquellos momentos dónde ambos saben que si por ellos fuera, se irían lejos, dejando todo atrás y creando una nueva vida juntos. El como los besos parecían sacarlos de aquel infierno en el que estaban parecía ser algo mágico, por lo que su deseo de ser uno solo iba más allá de lo carnal. No sabían en que momento habían dejado de pensar eso, o quizás solo fue por el calor que se formó en unos segundos sintiendo las ropas estorbar.

Nunca pensó entregar su corazón a alguien más por respeto a su difunta esposa, pero aquel hombre llegó a su vida y robó su corazón, no, él mismo se lo entregó. Cualquier otra persona habría sido rechazada totalmente, pero la extrovertida personalidad de su comisario lo encantó, cayendo rendido ante sus pies. Eso no lo demostraba por su ruda actitud, pero bien sabía que si Freddy quería matarlo, él no haría nada para evitarlo. Ese era su pensamiento, pero Freddy nunca se atrevería, mantendría siempre aquel cariño por él y nunca acabaría con su vida, ni aunque le rogará, como muchas veces pasó.

Las manos curiosas bajaron por sus cuerpos, ambos sabían la suavidad que tenían que ofrecer, por lo que sus cuerpos se sentían cómodos ante los estimulantes toques. No les preocupó el ser encontrados, a estas alturas no querían parar aquel encuentro, que antes iba a ser de llenar aburridos informes, en ese preciso momento solo reinaba el placer y la lujuria de tocar sus cuerpos al compás de sus labios.

Se miraba el deseo en sus ojos, haciendo que en unos instantes los suaves toques se volvieran violentos y desenfrenados, como si una sed animal los tomará para luego explotar en esas cuatro paredes. Sus pieles sudaban, y ante el movimiento compartido de sus caderas habían dos palabras que rondaban en aquella mente. Dos palabras que pocas veces se decían, siendo casi nula. No encontraban la necesidad, pero en aquel momento tanto calusoso como excitante necesitaban decirlas.

Los gemidos eran lo único que se escuchaba, junto con las agitadas respiraciones, avisando su pronta liberación. Sus manos que se mantenían cerca se buscaron con desespero, entrelazando estas fuertemente, y un último beso fue otorgado, que ahogó sus gemidos. En aquel momento fue donde pudo ver con mucha más claridad y detenimiento el rostro de su acompañante. Y así, supo ordenar sus pensamientos, llegando a una única conclusión; sin dudas lo ama y hará todo lo posible por hacérselo saber.

—Te amo, Freddy.—Por fin podía dejar de lado aquella lucha consigo mismo y expresarse con normalidad. El ver a su comisario de aquella forma, aquella mirada, diferente a las que veía todos los días le dió la confianza para que por fin pudiera decir aquellas palabras que antes creaban un nudo en su garganta. Bajo suya estaba Freddy, quien despues de mucho tiempo se permitió apretar sus dedos, y corresponder aquellas palabras que con ansias esperaba:

—Yo también te amo neno.

××

Cortito ;)

One shots FredwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora