Capítulo 7

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—¡¿Cómo?! — gritó Isa en mi oído nada más contarle lo que acababa de pasar unos 20 minutos antes con Layla.

—Isa — llamé su atención con las manos — te he dicho mil veces que no grites — le dije para mandarla a callar porque sé que su madre siempre o siempre que se da cuenta se enfada cuando grita.

—Pero espera, ¿Cómo fue el beso? ¿Besa bien? Tiene toda la pinta.

—A ver, a ver, no fue un beso como tal, fue más un pico, no me besó en los labios, sino que fue como que los rozó, no sé.

—Vale, vale, te noto un poco dormida así que mejor dejamos el tema, pero solo por hoy ¿vale? Mañana seguimos hablando sobre esto y sobre cómo vas a conquistar el corazón de esa chica.

—Por favor Isa, déjalo, te he dicho que no ha pasado nada — luego hizo algo que nunca me imaginé que haría, callarse e irse a dormir. Por supuesto, no del todo, apagó las luces y se quedó callada mirando las estrellas por la ventana de su habitación tocándome el pelo y lo último que me dijo aquella noche fue que le gustaba mi nuevo yo y que le encantaba el pelo de chico — buenas noches a ti también Isa.

*****

Los días siguientes seguimos yendo hasta que un día por la mañana fuimos al instituto, yo un poco de infiltrada ya que no hay ningún Alex Bradley, pero aprendí igual. Me senté en la última fila, esperando que el profesor no me viera ni me preguntara nada. Nunca prestan nada de atención por sus alumnos y el señor Kimbley no se quedaba atrás, aunque quisieran los alumnos preguntarle algo nunca respondía a nadie. Por eso me sentía segura en su clase, sabía que nunca me diría nada, además no se sabía mi nombre ni de chica.

De repente un dolor punzante que tenía muy reconocido apareció en mi bajo vientre. Salí corriendo de la clase directa al baño de chicas, pero me percaté justo antes de entrar de que ya no era una chica, por lo que ese dolor no venía a cuento. Igualmente, aunque no fueran los dolores típicos de todos los meses me fui al baño a ver que eran, tras una media hora en el baño con esos dolores horribles apareció en mi móvil una llamada entrante de Isa.

—¡¿Dónde estás?! — me gritó desde el otro lado del teléfono.

—Estoy en el baño con unos dolores como de regla, pero no lo son, ahora soy un tío, pensaba que me libraría de esto, de todas maneras, me tomaré la pastilla contra el dolor, déjame la llave de tu casa en la taquilla porfa que yo creo que me voy ya, coge los apuntes por mi — sin una palabra más, le colgué el teléfono, me tomé la pastilla y salí del baño.

Era hora de clases así que no habría nadie por los pasillos, corrí pese al dolor buscando mi taquilla entre los pasillos del insti, por suerte para mí, no había nadie. Salí por la puerta del instituto y caminé calle arriba hasta llegar a la parada de guagua más cercana. Busqué mi tarjeta por todos lados, pero no la encontré así que tuve que pagarla con mi dinero.

Luego llegué a casa de Isa sorteando a su madre hasta llegar al cuarto de baño dentro de la habitación de Isa. Me dolía la barriga un poco menos pero aun así miré otra vez a ver si me había venido la regla pese a ser un chico. Al ver que no, lo único que se me ocurrió hacer fue tumbarme en la cama de Isa en posición fetal a esperas que se me pasara el dolor y que volviera Isa del instituto.

Oí unos gritos en el otro lado del piso de Isa y comprendí que me había quedado dormida y que Isa había vuelto. Nunca escuchaba lo que gritaban porque la gran mayoría de veces lo hacían en italiano, pero esta vez la discusión no iba sobre lo mismo de siempre, iba sobre mí. Seguro que su madre me vio en la cama de Isa y que por eso la reñía. Me quedé escuchando detrás de la puerta, pero no escuche mucho más, a los pocos minutos, entró Isa en la habitación dando un portazo para luego gritarme enfadada.

Cuidado con lo que deseasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora