Capítulo 10

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Sentí el cuerpo reposado sobre algo que recordaba vagamente, era suave, blando y me hundía entre las sábanas como un abrazo de oso. Fui abriendo los ojos perezosamente y la vi, dormida. Estaba relajada, como si la realidad no existiera y estuviera en su mundo ideal. Para mis ojos era perfecta y bella desde aquella postura, pese a que tuviera su pelo castaño revuelto y que se le cayera la baba.

Me levanté con suavidad de la cama, observando todos los detalles de la habitación de los que no me había fijado la noche anterior. En la pared que estaba a la derecha de la cama estaba la puerta, blanca, con el pomo dorado. En esa misma pared a la derecha de la puerta estaba el vestidor, con otra puerta corredera blanca. Y al fondo, en frente de la cama estaba el baño con su última puerta blanca. La habitación donde estaba la cama tenía las paredes rosa pastel excepto un metro debajo de cada pared que era como mármol blanco. Lo que más me llamó la atención y lo que más me gustó de toda la habitación es que tenía en frente de la puerta de entrada una ventana que traspasaba la pared en forma de trapecio para sentarse con cojines y justo al lado una estantería hasta el techo llena de libros.

De repente mientras ojeaba portadas de los libros de aquella estantería, noté unos ojos mirándome, eran los de Layla. ¿De quién más podrían ser? Me pregunté a mí misma.

—Buenos días guapo.

—Buenos días — dije mientras me acercaba a ella y me metía en la cama.

—¿Qué te apetece hacer hoy? — me preguntó cuando nos tiramos en la cama para hablar un rato.

—No sé, ¿qué hay para ver aquí? — pregunté inocentemente porque jamás había ido a Florencia, ni a Italia en general.

—Bueno, podemos ir a la plaza de Miguel Ángel y comer por ahí ya que tardaremos un rato en llegar y ya son las diez.

—Vale, en ese caso, llevame a donde quieras — entonces escuchamos como alguien tocaba la puerta de la habitación.

—Signorina Layla, è piuttosto tardi, devo insistere perché lei si alzi ora, sua madre è sconvolta da un bel po' di tempo, si potrebbe anche dire da ieri sera — dijo Luigi algo molesto.

—¿Qué ha dicho? — dije totalmente desconcertada porque no había entendido nada.

—Perdone señorito Alex, no me he dado cuenta es necesario que se lo repita en su idioma — preguntó arrepentido.

—No en necesario Luigi ya bajamos — dijo saliendo de la cama y alejándose de mi lado para vestirse, algo que tampoco me hacía mucha gracia — ha dicho que bajemos que mi madre esta enfadada porque es tarde.

—Ah vale, no en necesario que hablen en mi idioma cuando soy yo el que ha irrumpido en su hogar — dije vistiéndome con un vaquero azul y una camiseta roja mientras Layla me escuchaba desde el baño.

—No te preocupes, mis padres saben hablarlo y tu no, para ellos no es un esfuerzo y para ti si así que no voy a permitirlo — dijo saliendo del baño para luego quedarse en shock porque ella se había puesto un vaquero azul corto y un top rojo igual que yo — jajajajaj — soltó una risa contagiosa — vamos matching — jajajajaj.

—Si quieres me cambio...

—¡¡¡No!!!, no es necesario — dijo cortándome — de hecho, me gusta — eso me llenó de satisfacción por dentro de una manera que ella no imaginaba en ese momento.

—Está bien, ¿nos vamos entonces?

—Sí, pero no desayunaremos con mis padres, quiero llevarte a un sitio — simplemente asentí con la cabeza y le seguí escaleras abajo.

El vaquero que llevaba puesto le quedaba como un guante y favorecía su figura al caminar, al bajar las escaleras, al todo. No podía creer que me fijase así en ella cuando tan solo era una amiga. Y entonces ella acalló los pensamientos en mi cabeza cuando me puso una mano en el pecho para que no siguiera caminando.

—Ahora, cuando te avise corre detrás de mí, no quiero cruzarme con mis padres o me volverán loca con la cena de mañana por la noche y lo de ir a comprarte el traje por la mañana.

—¿Cómo?...

—¡Corre! — gritó cortándome la pregunta y echándose a correr, fui detrás de ella mientras sus padres le gritaban su nombre y algo en italiano.

Corrimos uno detrás del otro un rato bueno, menos mal que me gustaba correr o al menos no lo detestaba. A lo mejor no me pareció tan malo correr así ya que aquello era precioso. Todo estaba verde a mis alrededores y las casas eran muy bonitas, como de pueblo italiano, algo que ya era, con balcones muy humildes y acogedoras. Finalmente llegamos a una panadería/pastelería con la misma imagen de casa italiana que el resto del pueblo. A Layla se le encendió la cara nada más ver la pastelería y corrió más rápido para llegar cuanto antes, entró para dentro aun corriendo como si buscase algo o mejor dicho a alguien.

—¡¡¡Martiiiii!!! — gritó dentro de la pastelería.

—¿Layla? — dijo un señor mayor saliendo de la cocina con un delantal, era mayor y fuerte, le dio un gran abrazo a Layla levantándola del suelo y al soltarla se paró a mirarme a mi fijamente.

—Chi è questo ragazzo, ti dà fastidio, figlia?

—No Marti, è mio amico mi sta facendo un grande favore facendomi da compagno alla cena di questa settimana dei miei genitori.

—Alex, él es Marti, es como mi padre, más de lo que es el mío al menos, él no habla tu idioma, pero te iré traduciendo no te preocupes — dijo mientras nos sentabamos en una mesa para hablar con Marti.

—E com'è l'Australia figlia?

—Que ¿cómo es Australia? Pues è meraviglioso e super bello, ho trovato un lavoro senza essere pagata molto, ma le persone sono le migliori. ¿verdad que es super bonita y la gente es de lo mejorcito, aunque trabajes mucho por poco dinero?

—Pues sí, yo nací allí así que esto a mí me parece alucinante, pero es verdad que he crecido feliz desde pequeño sin problemas.

—Dice che è un ottimo posto per crescere e che questo sembra fantastico.

—Dille che sono contento che le piaccia e che vorrei invitarti a colazione.

—Grazie mille Marti, dice que se alegra de que te guste y que ahora nos va a invitar a desayunar en donde según la impresión de una servidora es la mejor pastelería de Italia.

Marti nos trajo un desayuno delicioso, incluido un batido de vainilla casero con nata y una cereza para cada uno. Fue muy amable conmigo, a pesar de ser un extraño, pero nada más decir ella que era buena persona se lo creyó sin hacer preguntas. Y por supuesto con Layla, la quería como una hija, más incluso que su propio padre, palabras que ella había pronunciado, pero que yo no me había terminado de creer. Layla se quedó un rato hablando con Marti a quien no veía desde hace años y luego continuamos con nuestro tour por Florencia.

Cogimos un tren de milagro porque casi se nos escapa al Layla no estar al día con las líneas de tren. No la culpo, lleva muchos años sin pisar Italia huyendo de sus padres y ahora que ha vuelto de ha dado cuenta de que muchas cosas han cambiado, como por ejemplo las líneas de tren. Pero al final sin mucho esfuerzo, sobre todo de mi parte, y caminando un poco llegamos a la plaza de Miguel Ángel, donde nos compramos un helado y nos sentamos en la plaza a hablar, en principio, pero acabamos discutiendo. No quería que sus padres me comprasen el esmoquin para la cena, parecería que soy pobre, algo que soy, pero mejor que se enterasen lo más tarde posible para que no pareciese que me estoy aprovechando, cuando Layla vio una cara conocida y lo reconoció como su exnovio. 

Cuidado con lo que deseasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora