21. El chico

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El chico
                                      | Adara |

Llegó el día.

El día en el que debo volver a clases.

Quiero morir.

Jalo la capucha de mi hoodie gris para cubrir mi cara y gran parte de mi cabeza.

Demasiados adolescentes caminando por los pasillos de la preparatoria: algunos ya los había visto los anteriores años, pero aparecen caras nuevas a la vez.

Vuelvo al bachillerato en donde los pasillos son largos y amplios, al grande y extenso gimnasio, a la circular cafetería, a los extraños laboratorios de química, a los sucios y asquerosos baños, etc.

Levanto mi mirada cuando escucho una voz conocida.

—Sé lo que crees: que asco es volver a clases —Iris delante de mi apoyada sobre su casillero al lado del mío.

Cierro mi casillero tomando los libros para la clase siguiente —. Tú lo dijiste.

—Tranquila, es nuestro último año, debes disfrutar.

—Lo sé. —Me encojo de hombros—. Los primeros días son de esta forma. Ya es rutina.

—Exacto. —Asiente—. Vamos. Llegamos tarde a clase. —Toma de mi mano libre y nos dirigimos a nuestro salón.

Suspiro y a un lado de todos los jóvenes, me siento atrás, en el último asiento al medio junto con Iris a mi izquierda.

Las chicas H.O.T tratan de seducir a los chicos, y ellos seguro están sin idea de donde están parados.

Dios los ayude a no caer.

Luego, a mi lado derecho, tengo a una chica de pecas y labios cerrados: cabello corto, blanco por la mitad, y negro por el otro lado. Mastica chicle y escribe en su cuaderno.

Es nueva.

—Atención, atención. Por favor, silencio. —El hombre delante de todos nosotros, golpea la pizarra con el palo de puntero. Todos comenzamos a callarnos al oír el tono de su voz —. Me presento, soy Gabriel, algunos de ustedes me habrán visto pasar por los pasillos y otros me tuvieron los años anteriores. Seré su profesor de Literatura en este proceso. Nos iremos conociendo durante todo el año, muchas gracias.

Todos aplaudimos.

—Me gustaría que cada uno se presente con unas breves palabras. Son jóvenes bastante entendibles, y deben comprender a lo que denomino breve. Comenzamos, de atrás, hacia adelante.

Ay, mierda.

¿De verdad vamos a hacer esto? Lo hice todos los años en jardín, no quiero hacerlo de nuevo.

Cada uno de la fila se presenta hasta que es mi turno.

Bajo mi capucha, dejando mi largo y castaño cabello a la vista de todos los que me miran. Me levanto de un movimiento y apoyo mis manos en el banco de mala gana —Soy Adara Dickson y tengo diecisiete años. A fin de año cumplo los dieciocho.

Vuelvo a mi asiento y algunos me aplauden, algunos con emoción, y otros ni siquiera lo hacen.

—Siguiente —ordena.

Le toca a la chica de pecas.

Se levanta con las manos en los bolsillos traseros de su pantalón, moviendo su cabeza levemente para que su cabello no arruinara sus palabras —. Soy Victoria Cooper. Viví toda mi vida en Canadá, hasta hace cuatro años. —Vuelve a su silla.

AMOR ENTRE MENTIRAS | PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora