25. Viernes

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         Día de la fiesta de Miles

     Si tienen la oportunidad de escuchar las  canciones puestas en los próximos, todo se pondrá interesante y 🔥

Muero de frío.

Esperar a que Miles abra su puta puerta parece que se convierta en horas.

Utilizo mi teléfono para preguntarle a Iris si se encontraba en camino.

Cuando finalmente oigo que la puerta se abre, levanto mi mirada instantáneamente.

Miles.

Pero demasiado...¿borracho?

—Hola, bomboncito de limón. ¡Si viniste! —Extiende sus brazos en su dirección para abrazarme.

El vaso rojo de plástico que tenía en su mano lo tira detrás mío al acercarse hacia a mi.

Su olor a alcohol invade mis fosas nasales.

No correspondo en absoluto.

Se aleja de mi —. ¡Pasa! Más que invitada. —Me toma de la muñeca y me obliga a poner pie dentro de su casa.

La iluminación de luces de colores hacen que cierre un poco los ojos, demasiado fuerte.

La música ingresa por mis oídos en un tono relativamente fuerte.

«Suena The Way I Are»

Suelto una sonrisa en el interior. Adoro esta canción.

Sin darme cuenta de que avancé un par de pasos hacia adelante, Miles me suelta y me presenta a su pequeño grupo.

—Les presento a Adara, mi amiga —señala.

Bufo al oír la palabra «amiga»

No puedo reconocer tanto las caras por el simple hecho de que estoy en las nubes, no del todo, pero solo las veo coloridas e iluminadas.

Sus ojos verdes me devoran con la mirada. Frente a frente.

¿Quién te invitó?

—La misma persona que a ti, Tinker Bell.

Joder. Tengo que comenzar a controlar mis pensamientos.

—¿Qué me estoy perdiendo por aquí? —cuestiona Miles en una risa.

—Nada. —Tenso los dientes sin que ninguno corra la mirada.

—Ella solita lo dijo —corresponde sin dejar de mirarme.

Se suponía que Evander no se hablaba con nadie, se ve que todos mentimos.

—Mi amiga está por venir, —corto el lazo para mirar a Miles y dedicarle una sonrisa— ¿te veo en un rato?

—La veces que quieras. —Me guiña el ojo.

Me alejo pero, sin antes dedicarle una última mirada se advertencia al de ojos verdes.

Me cruzo de brazos y camino hacia una de las mesas con ponche, tomo uno de los vasos para servirme, no lo dudo y bebo de un trago.

Mi garganta recibe un líquido cálido con ganas.

—Me sorprende que te comportes como una zorra. Jamás me hubiera gustado descubrir ese lado de ti.

Rodo los ojos mirando a mi derecha, la rubia.

Respiro pesadamente, mirándola de arriba abajo —. Te estás confundiendo de persona.

El hecho de saber que está con un simple brasier y una falda de cuero corta, me genera un poco de rechazo, más sabiendo cómo es ella.

AMOR ENTRE MENTIRAS | PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora