El Bolero

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Regina (POV)

Con el corazón pesado, me alejé y salí por la puerta, cada paso más difícil que el anterior. Sabía que yo había tomado las decisiones que nos habían llevado a este punto, decisiones que ahora pesaban sobre mí como una losa. Emma había sido más que una amiga, más que una rival. Había sido mi confesión en las noches oscuras, mi risa en los días soleados. Y ahora, la veía desvanecerse en los brazos de otro, en una vida que no incluía a Regina Mills.

Mientras caminaba de regreso a casa, las calles de Storybrooke nunca me habían parecido tan solitarias, tan silenciosas. La caminata fue un reflejo de mi conflicto interno. Cada paso me alejaba físicamente de Emma, pero mi corazón se resistía a dejarla ir. Me preguntaba si alguna vez encontraría claridad, si alguna vez podría reconciliar lo que se suponía que era mi amor verdadero con lo que mi corazón anhelaba.

Reflexionando en la profundidad de mis emociones y en la encrucijada en la que me encontraba, el peso de mis decisiones pasadas se hacía cada vez más palpable. La noche, con su manto oscuro y sus estrellas parpadeantes, parecía un espejo de mi tumultuoso interior. La decisión entre Emma y Robin no era simplemente una elección entre dos personas, era una batalla entre el corazón y el destino, entre lo que se suponía que debía ser y lo que verdaderamente deseaba.

Robin, mi amor verdadero según las profecías y los destinos entrelazados, representaba un camino hacia la redención, una oportunidad para corregir los errores de mi pasado y construir un futuro basado en la promesa de un final feliz que siempre me había sido esquivo. Su amor era tranquilo, una llama constante que prometía calidez y seguridad. Pero, ¿era suficiente? ¿Era su amor la pieza que faltaba en el rompecabezas de mi felicidad?

Por otro lado, estaba Emma, cuya mera presencia sacudía los cimientos de mi ser. Con ella, las cosas nunca eran fáciles, siempre desafiantes, siempre intensas. Emma me había mostrado que el amor no se trata solo de calma y seguridad, sino también de pasión, de lucha, de enfrentar juntas las tormentas. Con Emma, había encontrado una conexión que iba más allá de la magia, más allá de los destinos escritos. Una conexión forjada en el fuego de nuestras batallas, en la ternura de nuestros momentos vulnerables.

La elección entre Robin y Emma era más que una simple decisión; era un reflejo de mi lucha interna, de mi deseo de seguir el camino que se suponía estaba destinado para mí contra el impulso de forjar mi propio destino, uno que quizás no estuviera marcado por profecías, pero que se sentía verdadero en lo más profundo de mi alma.

Al llegar a casa, el vacío era abrumador. Cada habitación resonaba con ecos del pasado, con risas y discusiones que alguna vez llenaron esos espacios. Me senté en la oscuridad, permitiéndome sentir todo lo que había estado evitando. La tristeza, el arrepentimiento, la ira hacia mí misma por las elecciones que había hecho. Me permití por un momento contemplar un futuro donde la elección entre Emma y Robin no fuera necesaria, donde el amor verdadero no estuviera definido por el destino, sino por el corazón. Pero esa noche, esa posibilidad parecía tan distante como las estrellas que titilaban en el cielo.

Con un suspiro, cerré los ojos, deseando encontrar en mis sueños la respuesta que la vigilia me negaba, anhelando un signo, una guía, algo que me ayudara a navegar en este mar de incertidumbre. Porque, en el fondo, sabía que la verdadera batalla no era entre elegir a Robin o a Emma, sino entre el miedo a seguir mi corazón y el temor de enfrentar las consecuencias de esa elección.

Mientras la noche avanzaba, me encontré caminando por la casa, pasando por habitaciones llenas de recuerdos, de momentos compartidos con ambos, Robin y Emma. Cada objeto, cada foto, evocaba historias, risas compartidas, lágrimas derramadas. Y con cada recuerdo, la elección se hacía más difícil, más dolorosa.

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora