POV Regina
Miré el reloj, marcando las 16:30. Llevaba media hora hojeando los papeles de las reformas de la estación de policía, sin avanzar en nada. Cada detalle me recordaba a ella. ¿Por qué?
Ya había pasado una semana desde la noche del karaoke, y no nos habíamos encontrado desde entonces. Sabía que me estaba evitando, aunque lo hacía incluso antes de que oficialmente empezara con Robin. Antes, al menos la veía cuando venía a buscar a Henry. Ahora parecía que incluso evitaba a Henry, lo cual me enfurecía aún más y aumentaba mi frustración. ¿Cómo se atrevía a dejar de lado a nuestro hijo después de todo lo que habíamos pasado juntas?
Escuché unos golpes en la puerta del despacho:
"Adelante" dije casi como un gruñido.
"Hey, cariño, he venido a verte" dijo Robin al entrar por la puerta con un ramo de flores silvestres.
Intenté forzar una sonrisa mientras aceptaba las flores, pero por dentro estaba ardiendo de ira y tristeza. No tenía sentido alguno, ya que fui yo quien eligió a Robin. No quería que Robin viera cuánto estaba sufriendo por Emma. Pero no podía evitarlo. Cada día que pasaba, la distancia entre nosotros parecía aumentar, y me sentía cada vez más sola. Y era todo culpa mía, ya que él hacía todo por nosotros.
"Gracias, Robin. Son hermosas" murmuré, tratando de sonar lo más genuina posible.
Él se sentó frente a mí, con una expresión preocupada en el rostro. "¿Estás bien? Pareces un poco distante hoy" me preguntó, tomando mi mano entre las suyas.
Quería gritarle que no estaba bien, que mi corazón estaba lleno de dudas y que era toda mi culpa, que él no había hecho nada malo y que no podía soportar esta sensación de vacío que me consumía. ¿Por qué me sentía así? Todo debería ser fácil; se suponía que él era mi amor verdadero, mi final feliz. Pero en esos momentos, sentía muchas cosas, pero felicidad no era una de ellas. Sin embargo, en lugar de eso, simplemente asentí con la cabeza y le dije que estaba cansada.
Robin me miró con ternura, como poca gente en mi vida me había mirado. Quizás en el pasado, si hubiera entrado en ese bar cuando Campanilla me lo mostró, esa mirada podría haber sido mi mundo. Pero ahora sabía que él no podía entender lo que estaba sintiendo. Nadie podía entenderlo, excepto quizás Emma. Ella siempre lo hacía. Y eso era lo que más dolía: que la única persona que realmente podría entenderme era la misma que me estaba evitando, porque la había cagado con ella. Y sabía que me lo merecía, y que tenía que darle su espacio.
Mientras Robin seguía hablando, mi mente divagaba hacia Emma. Me preguntaba dónde estaría ahora, qué estaría haciendo. Intentaba apartar esos pensamientos, no era justo para Robin ni para Emma. Yo ya había hecho una elección y ahora tenía que seguir adelante.
Un dolor de cabeza empezó a hacerse presente, y decidí que hoy me iría temprano a casa. No solía hacerlo, pero sabía perfectamente que no iba a poder concentrarme en todo el papeleo que tenía encima de la mesa.
Decidí levantarme y estirar las piernas, necesitaba aire fresco. Robin me miró con preocupación.
"Perdona, no me encuentro bien. Me duele la cabeza, creo que me iré a casa"me disculpé con Robin.
"¿Quieres que te acompañe?" me preguntó él.
"Si no te importa, prefiero ir sola para despejarme. Llevo una semana que las obras de la comisaría me traen de cabeza" le dije como excusa, dándole un beso en la mejilla.
"No pasa nada, cariño. Mejórate. Yo me vuelvo al bosque con mis hombres. Nos vemos esta noche" me dijo antes de darme un beso y salir por la puerta de mi despacho.
Recojo mis cosas y me llevo algunos papeles por si esa tarde en casa consigo concentrarme en algún momento. Camino por los pasillos del ayuntamiento, tratando de despejar mi mente.
Después de un largo día en el ayuntamiento, finalmente llegué a casa, agotada y abrumada por el peso de mis pensamientos. La casa estaba tranquila, salvo por el sonido de los lápices de Henry moviéndose sobre el papel mientras se concentraba en sus deberes escolares. Al levantar la vista y verme, su expresión cambió de sorpresa a preocupación.
"¿Estás bien, mamá?" Su pregunta, simple pero cargada de preocupación, me golpeó más fuerte de lo esperado. "Has estado muy distraída últimamente. ¿Algo pasó entre tú y Emma?"
Traté de mantenerme firme, de esconder la tormenta detrás de una sonrisa tranquila. "No, cariño, todo está bien. Solo he estado un poco abrumada con el trabajo y las reformas en la comisaría." Pero Henry me conocía demasiado bien. A pesar de mi respuesta, vi la duda en sus ojos, esa chispa de preocupación que siempre lograba ablandar mi corazón.
Me acerqué y le di un beso en la frente, una promesa silenciosa de que estaría más presente, tanto para él como para mí misma. "Vamos a relajarnos un poco. ¿Qué te parece si preparamos algo juntos en la cocina?"
La cocina siempre había sido nuestro pequeño refugio, un lugar donde las preocupaciones del mundo exterior se desvanecían con el aroma de la comida casera. Mientras medíamos ingredientes y mezclábamos la masa, Henry comenzó a contarme sobre su día, cada palabra suya disipando lentamente la nube de mis propias preocupaciones.
Pero incluso en esos momentos de alegría simple, la sombra de Emma se cernía sobre mí, un recordatorio constante de lo que había perdido, de lo que había elegido dejar atrás. Henry, con su inocencia y amor incondicional, no merecía ser arrastrado a este torbellino de emociones.
Justo cuando empezamos a preparar la masa, el teléfono de casa empezó a sonar.
"Henry, ¿puedes coger el teléfono?" le pregunté. Yo tenía las manos manchadas de harina.
"Mamá, ahora no puedo. Estoy en el baño" me contestó.
Me limpié las manos y me apresuré a contestar antes de que colgaran. Pero al levantar el auricular, solo había silencio al otro lado de la línea.
"Buenas tardes, ¿Quién llama?" No escuché ninguna respuesta, y enseguida colgaron. Me quedé mirando el teléfono con perplejidad, preguntándome quién podría ser y qué querían, pero sin darle mucha importancia.
Regresé a la cocina con Henry.
"¿Quién era?" preguntó él con curiosidad.
"No estoy segura" respondí confundida. "Probablemente solo una llamada equivocada".
Antes de que volviera a poner mis manos sobre la masa, esta vez mi móvil empezó a sonar. "Buenas Tardes?" Volví a contestar, pero en esta ocasión a diferencia de la anterior si se escuchó una voz al otro lado de la línea.
"Buenas tardes, Regina, soy yo, Robin. ¿Cómo te sientes?" su tono era cálido y preocupado.
Un poco sorprendida, respondí, "Un poco mejor, gracias. ¿Pasa algo?"
"Los muchachos y yo estaremos en el Rabbit Hole esta noche. Pensé que quizás querrías unirte, distraerte un poco del trabajo. Sería divertido," sugirió Robin.
La idea de salir y distraerme un poco se sintió tentadora de repente. "Suena bien, Robin. Allí nos vemos," acepté.
"Genial, te veré allí entonces. Cuídate," dijo Robin antes de colgar.
Me quedé mirando el teléfono por un momento, reflexionando sobre la invitación mientras volvía de nuevo a la cocina . Quizás, en la compañía de Robin y los demás, podría encontrar un respiro, aunque fuera breve, de mis pensamientos y dilemas.
Después de asegurarme de que Henry estuviera bien y recordarle que me llamara si necesitaba algo, me preparé para la noche. Tal vez este cambio de ambiente sería el primer paso para encontrar claridad en mi situación actual.
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Recuérdame
FanfictionEs una historia derivada de la canción Recuérdame, en el que se muestran los sentimientos de Emma hacia Regina, y sus sentimientos que suceden en su interior al verla con Robin. Pero, ¿Qué pensara Regina al darse cuenta de estos sentimientos?. Dadle...