Dándonos paz

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Han pasado meses desde aquella trágica batalla, la claridad con la que los rayos del sol alumbraban al mundo era simplemente hermosa, brindando brillo a todo lo que fuera tocado por su luz. En medio de estos milagrosos días algunos cazadores ya se estaban recuperando de sus espantosas heridas y lesiones, con la esperanza de poder vivir este nuevo futuro, excepto por una persona.

— Kanao, tu comida esta...

Aoi la estuvo llamando para comer, pero como ahora era de costumbre ya no había respuestas, lo normal era verla tirada en su cama mirando a la nada. Mas bien era como estar con la antigua Kanao, ninguna de sus hermanas quería verla así de nuevo, pero ¿qué podían hacer? ¿qué podían decirle? no entendía casi nada de batalla, no entendían cuanto se arriesgó ni tampoco entendían las emociones que podía sentir ¿con que derecho podrían pedirle algo?

— No te olvides de comer... a ellas no les gustaría verte así — indico Aoi con las cejas caídas

Con un nudo en el pecho y con los labios temblorosos se fue, por mucho que no lo pareciese la situación abrumaba mucho Aoi, le dolía mucho la perdida de Shinobu, más entendía que los sentimientos de Kanao iban mucho mas allá de la tristeza. La culpa y el arrepentimiento son sentimientos que son capaz de torturar de por vida a quien lo siente. No obstante, si algo hacia recuperar un poco la compostura a Kanao era escuchar aquello, lo que hubieran querido sus hermanas, así que una vez se fue se acercó a la bandeja y comenzó a alimentarse.

— ¿Cómo podría siquiera mirarles a la cara? si les falle a todas

Al igual que ellas Kanao sentía que no podía estar con sus hermanas, que no lo merecía, sentía que por su culpa ellas nuevamente perdieron a un ser querido, perdieron quien fue como una madre para todas y eso era algo que le carcomía en su ser.

— Si tan solo se lo hubiera pedido...quizás...

Antes de seguir lamentándose escucha como se abre la puerta de su habitación, al girarse para ver quien era solo se queda anonadada, muy extrañada y logra sacar una leve risa, era Giyuu con el cabello y la ropa mojada, además estaba cubierto de fideos y demás alimentos ¿qué le paso?

— Nezuko me dijo que estabas mal

Ni bien la Kamado le dijo eso el se levantó y fue a gran velocidad hacia el dormitorio de Kanao, por desgracia Aoi quien estaba muy distraída no se dio cuenta y tropezó con el pilar del agua. A pesar de los gritos y las disculpas de Aoi el no paro, aunque Inosuke aprovechara en coger comida de su frondoso cabello siguió sin parar, aunque Kiyo, Naho y Sumi intentaban cesar su avance para que tomara un baño el no paro, solo paro cuando se dio cuenta que no sabía dónde estaba la habitación de Kanao. Finalmente, ella lo mando a que se diera un baño y así poder hablar con normalidad.

— Falle, no pude proteger a mi maestra, a mi hermana Shinobu, si yo le hubiera dicho a usted su plan... — se lamentaba Kanao al borde del llanto

Giyuu entendía esos sentimientos mejor que nadie, no le gustaba verla así de miserable, le recordaba lo desdichado que se veía el en el pasado ¿qué haría? ¿le gritaría y le exigiría voluntad para seguir adelante? Ciertamente era su forma de ayudar a las personas.

— ¿Eh? — pensó Kanae sorprendida

El acaricio su cabeza mientras la miraba fijamente con la sonrisa más dulce que podía esbozar, quizás antes Giyuu sentía que le era imposible sonreír, pero ahora había cambiado. Kanao se quedó paralizada ante el gesto, no esperaba algo así de el

— Mi hermana hacia esto cuando yo me sentía mal, me decía que pase lo que pase todo estará bien mientras pueda seguir sonriendo — contaba Giyuu con una mirada llena de ternura

El deseo de una pequeña florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora