4

78 11 0
                                    

Dolor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dolor

𝟯𝟱 𝗮ñ𝗼𝘀 𝗮𝗻𝘁𝗲𝘀

Me bañó y paso la esponja por mi piel frotando con fuerza creí que eran mis días del mes pero después me di cuenta que lo que había en mi camisón era sangre seca y ni siquiera fui capaz de reincorporarme a la cama la noche anterior y los recuerdos de todo poco a poco se empezaron a esclarecer rompiendo mi alma en un montón de pedazos cuando terminó tomó una bata de algodón y no me importa que mi cabello escurra agua yo sólo quiero recostarme.

Me envuelvo en las sábanas abrazándome a mi misma tratando de reflexionar pero no reaccionó simplemente me quedo pasmada en la cama y veo cómo las mucamas arreglan el desastre de la recamara y me preguntan para arreglarme a mí pero yo sigo inmóvil.

—Su majestad tiene que bajar a almorzar por lo menos—dice tocando con suavidad mi brazo pero yo no reaccionó.

—Su majestad por favor, el rey exige su presencia abajo—eso último hace que emita las primeras palabras en el día.

—Dile al Rey que se puede ir al demonio, me siento indispuesta, no puedo bajar.

El tiempo pasó mi cabello se secó no tengo fuerzas ni mentales ni físicas para bajar a comer con el Rey y Snow sólo me acurrucó en posición fetal y abrazo mis piernas.

El sol comienza a bajar y me volteo para tener una vista al enorme ventanal de mi prisión y la hermosa puesta de sol que me regala el cielo cosa que me llena de esperanza Yo puedo con esto.

Me preguntó dónde estará mi padre y recuerdo que se quedó en el otro castillo en estos momentos me siento cómo una pequeña niña asustadiza sin nadie a quien recurrir.

La pizca de esperanza que tenía se desvanece cuando llega la noche otra vez y escucho cómo la puerta se abre esta vez sin nadie que se anuncie.

—¿Cómo sigues querida?—escucho la voz que hace que me den escalofríos.

Me quedo inmóvil en mi puesto hasta que veo que se aparece en mi campo de visión para después sentarse en la orilla de la cama y colocar una mano en mi mejilla.

—No me digas que estás molesta por lo de anoche—niega con la cabeza.

—Querida somos marido y mujer sabías lo que tenía que pasar.

—No me imagine que sería así—quito su mano de mi mejilla.

Hace que me siente de golpe y de repente siento un fuerte mareo por todo el tiempo que estuve acostada y la falta de alimento en el día.

—Eres una desvergonzada ni siquiera te pusiste un vestido en todo el día—Si tú coperas conmigo todo será mejor no tendré que ser rudo contigo— dice mientras sus ojos se desvían a mi bata y yo busco rápidamente con que taparme.

Una jóven y encantadora manzana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora