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El amor es algo relativo

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El amor es algo relativo

35 años antes

Regina.

Esto no me puede estar pasando a mí, voy en el carruaje y Snow duerme en mi regazo sostiene mi mano la estuve calmando diciendo que estoy bien, que voy a estar mejor.

Leopold extrañamente tiene una sonrisa en su rostro si nos vieran ahora dirían que somos la familia perfecta, claro quitando el detalle de que soy sólo tres años mayor que Snow.

Llegamos y Leopold toma a Snow en brazos de mi regazo y se la da a uno de los guardias para no despertarla y cargarla hasta su habitación cuando me levanto de golpe siento un mareo y cuando amenazo con caerme uno de los guardias me detiene y me toma del brazo en el que me percato que aunque tiene mangas transparentes se divisa un pequeño hematoma.

—Está bien, gracias puedo sola.

Me bajo del carruaje cuidando por dónde piso y sin apresurar el paso.

—Regina.

Leopold ahora no... lo maldigo en todos los idiomas que logro recordar.

—Sólo te voy a pedir una cosa Leopold, quiero ir a ver a mi padre ya mañana haremos todo lo que corresponde — me paro en frente de el y lo miro a los ojos sin titubear.

—¿O me vas a negar eso también? — lo desafío con la mirada.

—Cómo desees esposa mía pero mañana comenzamos con las recomendaciones del doctor.

Veo cómo adelanta su paso y espero que haya avanzado lo suficiente para saber que no me lo voy a topar, cuando entro al castillo veo a mi padre con una cara de preocupación y no vacila en correr a abrazarme.

—Hija mía ¿Por qué Leopold y Snow entraron antes? Dios mío me preocupe tanto cuando no llegaron de la fiesta—me dejó envolver en sus brazos el único lugar en estos días donde encuentro alguna pizca de consuelo.

—Vamos a sentarnos padre tengo algo que decirte — caminamos hasta una de las salas y cuando tomamos asiento me atrevo a decir lo siguiente.

—Estoy embarazada, padre —digo de manera seca y el corre a abrazarme otra vez.

— Felicidades hija mía ¡voy a ser abuelo!— hace un ademán con sus manos y tiene una sonrisa de lado a lado.

—Son pocas semanas y el doctor dice que debo cuidarme de manera especial y le dijo otras cosas a Leopold.

—Bueno hija yo voy a velar porque no te falte nada y estés cómoda.

—Pero padre esto es una locura- me exaltó — hace unos meses mi vida era normal y ahora tengo una vida en mi vientre, siempre pensé que cuando tuviera un hijo lo tendría por amor, no por responsabilidad.

Una jóven y encantadora manzana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora