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Una joven manzana

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Una joven manzana

Un joven príncipe de tan sólo 15 años jugaba con su espada de madera en un solitario castillo, mientras crecía vagando por los abandonados pasillos en los que se sentía cómo una hormiga en medio de un ejército, con su padre cómo única compañía que aunque sabía que lo amaba, tenía su corazón endurecido desde la perdida de su esposa.

Sin comprender porque siempre se sintió fuera de lugar ahí cómo si fuera una pieza de utilería que terminó por error en ese gran espectáculo de fanfarroneria.

Su cumpleaños número 16 se acercaba y el gran baile de celebración en su honor con él dónde sería su coronación como príncipe y heredero del Rey George III.

De repente los pensamientos del joven son interrumpidos por la voz de su padre que entra con una capa roja de piel y una armadura bastante pesada con una espada en su cinturón y con un imponente rubí en el pomo

—¿Qué haces aquí jugando y por qué no estás listo? —Espeta con un evidente tono de impaciencia en su voz.

—¿Listo para que padre?— pregunta con real confusión tratando de encontrar en su mente a lo que su padre se refería.

—La boda del Rey Leopold y la princesa Regina ¿Me vas a decir que olvidaste tús recordatorios reales otra vez?— levanta la voz al decir eso último.

—Pero padre ahora que lo recuerdo me está doliendo la garganta— el príncipe coloca su mano derecha en un puño y la dirige a su boca para hacer una tos fingida

El rey se quita su guante y lleva su mano a su sien para acariciarla, ese jóven de verdad lograba sacarlo de sus casillas.

—David no puedes seguir obviando tús responsabilidades tú madre te consintió de más, dentro de dos semanas vas a ser nombrado cómo mi heredero y es momento de que te comportes como el futuro rey— dijo poniendo un su mano en el hombro del joven para después acariciar su doroda cabellera.

—A parte es tú responsabilidad entregarle el regalo a la novia.

—Me muero de emoción por conocer a otra princesa más y a invitarla a tomar el té, mi rey—Dice volteando los ojos y haciendo un reverencia a modo de broma.

—Necesito que madurez, David. Nuestra relación comercial con el reino de Leopold es muy importante para nuestro pueblo y su prometida, bueno ella sólo es un absurdo remplazo para la Reina Eva—lo empuja suavemente por la espalda hasta llegar a las escaleras del palacio—Ahora necesito que te alistes la ceremonia comienza al ocaso.

Después de 15 minutos el príncipe toca la puerta de la alcoba de su padre para informarle que ya está listo, las mucamas abren las puertas y se visualiza la silueta del Rey esta vez con una gran corona de esmeraldas y oro arriba de su cabellera canosa, ambos abandonan su castillo para subirse al carruaje y empezar la travesía hasta las tierras de Leopold bastante alejadas de las suyas por las que tardan más de 5 horas en llegar, cuando se bajaron y atravesaron las grandes puertas de cristal el joven se impresionó debido a que la última vez que había estado ahí había sido con su madre a una corta edad de 5 años y no recordaba que tan grande e iluminada era la estancia construida prácticamente sólo de cristal casi tan imponente como la de Midas cien por ciento hecha de oro

A primera vista parecía un evento real cómo lo acostumbrado hasta que se acercaron a la gran mesa al final del salón donde se encontraban el Rey Leopold en el centro de gran mesa de cristal un hombre de mediana edad con entradas en un cabello azabache que se empezaba a llenar de canas y una barriga bastante pronunciada, a su lado derecho la princesa Snow una dulce niña de cabello oscuro cómo el de su padre, pero con los ojos azules grandes de la reina Eva, a el lado izquierdo del rey una hermosa pelinegra en la flor de su juventud con un cabello rizado y una diadema de diamantes que hacía alusión a una corona controlando los rizos para que se viera su cara aunque uno que otro rizo rebelde tapaba la fina piel, con una cejas suaves y unos ojos color moca, con una tímida mirada muy triste con unas pobladas pestañas sobre ellos, unas mejillas sonrojadas y unos labios rojos con una cicatriz sobre ellos.

El príncipe quedó en una especie de trance pensando que nunca había contemplado a una mujer tan hermosa, sólo salió de su hipnosis cuando su padre puso una mano sobre su hombro y carraspeó para que se acercará al Rey Leopold que lo miraba con intriga.

Mientras el joven estaba en su aturdimiento, George saludo a la familia y después de hacerle un ademán a David de que hiciera lo mismo le entregó una caja roja delicadamente envuelta y tomó asiento en la mesa que le indicaron.

El príncipe usó una pequeña reverencia —Rey Leopold felicitaciones, me alegro que haya encontrado el camino nuevamente a su felicidad lamentó mucho no haber podido asistir a el funeral de la Reina Eva-aunque el príncipe detestaba las ceremonias de este tipo estaba muy acostumbrado y se desenvolvía con gracia en ellas.

Toma la mano de la pequeña niña de no más de 13 años—Princesa Snow.

Y por último direcciona su mirada a la hermosa morena haciendo un ademán con su mano para pedirle la de ella que después de unos segundos se la extiende cubierta con unos guantes blancos con diamantes y el se aproxima a besar el torso de la aguantada mano—Es un placer mi Reina—a lo que la morena se sonroja y retira su mano.

—El placer es mío.

Nota de la autora: Recuerdan la escena donde Regina trata de besar a David? Bueno, hubo un tiempo donde yo no podía dejar de pensar en ella entonces con una amiga tuvimos la loca idea de hacer un fanfic de esa escena quiero agradecerle mucho a Alexa por apoyar está loca idea y leer cada capítulo que le mando jsjaja

Una jóven y encantadora manzana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora