6

60 9 0
                                    

35 años antes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

35 años antes

Regina

Apresuro mi camino hasta salir del laberinto, miro hacia arriba divisando el hermoso cielo oscuro con sólo unas cuantas estrellas, un precioso y silencioso momento dónde bajo el firmamento podría ser cualquier del montón, sin responsabilidades que jamás he pedido, sin ser forzada a tomar una vida que no me pertenece, una vida que jamás he deseado.

El pacífico panorama es reemplazado por mi realidad el iluminado y ruidoso castillo en el que todos bailan y gozan pero representa la vuelta a mi prisión me acerco a la mesa donde está Snow y su padre me acerco y lo primero que escucho es es.

—¿Regina por qué tienes hojas en tú vestido?—chilla la pequeña.

—Excelente pregunta cielo— espeta con sarcasmo el mayor.

Maldigo para mis adentros y saco fuerzas para hacer una amable sonrisa y contestar — Fuí a tomar aire querida y por torpeza me caí.

—Snow mi amor ¿Por qué no llamas a que preparen el carruaje?.

Viendo las intenciones de Leopold me apresuró a tomar el brazo de la niña.

—Pero aún es muy temprano ¿Qué te ha parecido la fiesta querida? — carraspeó cuando mi voz amenaza con quebrarse — ¿Ya probaste la sección de postres?.

—Todo es hermoso Gina y no, no he probado la sección de postres estuve hablando con los hijos de la duquesa de Arrandelle y jugamos a las escondidas.

— Deberías probarla, cielo— comenta su padre y yo trago en seco.

Cuando la pequeña con vestido plateado se aleja lo suficiente de la mesa el hombre sentado a mi lado vuelve a tomar mi brazo con fuerza.

— Sé lo que intentas Regina, pero volveremos a nuestro hogar y tendrás que darme explicaciones sobre tú desaparición de casi una hora —la presión en mi extremidad aumenta con cada palabra —y Snow no estará ahí para siempre.

Intento organizar en mi mente lo que voy a decir cuando llegue el momento de irnos y unas náuseas muy fuertes se apoderan de mi garganta y mi estómago volverme a parar al baño no es una opción así que trato de ignorar la sensación tomo agua de una de las copas maldición tengo que decirle.

—Leopold, me siento mal.

— No empieces con tús estupideces Regina.

— Leopold, es en serio creo que voy a vomitar.

Me toma de los hombros en un acto que pretende ser gentil pero no lo es — Tú estómago está alborotado porque lo matas de hambre.

— Leopold, porfavor no voy a ir a ninguna otra parte — siento cómo una arcada se aproxima — Acompañame o envía a todo el maldito ejército real a hacerlo, pero necesito vomitar.

Una jóven y encantadora manzana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora