Lunes, 2 de agosto de 1954.
Habían pasado varios días desde que Lucien dejó de estar castigado. Los señores Benz seguían sin poder creer que Lucien, su hijo, su más querido hijo consentido y adorado, estuviera más tiempo fuera de casa que en su propia habitación.
Ellos lo sabían, aquel testarudo pelirrojo no era alguien sociable, odiaba estar rodeado de personas desconocidas y a las que conocía de años, pero ahí estaba, colocándose unos shorts cortos con una camisa casual para ir con su amigo Estefano al lago.
Se habían tomado la molestia de seguir a Lucien un par de veces para cerciorarse de que no corría peligro con Estefano, pero notaron que ambos se divertían mucho en el lago mientras pescaban. Para los señores Benz, se les hizo extraño al principio ver a Estefano yendo a pescar por sí solo, incluso fueron a la casa en donde vivía para hacer una visita casual a la familia del niño, siendo recibidos cálidamente.
Para su sorpresa, se dieron cuenta de que el padre de Estefano, el señor Norwood, era el tan amable vendedor de pescados que siempre estaba en el centro de la ciudad. Era un señor de cuarenta y seis años, viudo desde hace tres años, muy risueño y gentil con sus invitados. Vivía lo que restaba de su humilde vida en una silla de ruedas, aunque los señores Benz no supieron la razón porque él no les contó y tampoco quisieron preguntar.
Él y su hijo se mantenían económicamente de los pescados y de un taller de muñecas. Se acercaban días festivos, y esos meses en especial recibían mayor demanda por sus hermosas muñecas de porcelana, reconocidas por lo realistas de sus ojos y la bella expresión de cada una.
Los señores Benz permanecieron en la casa de Estefano alrededor de dos horas, hasta que el susodicho llegó a casa, con una bolsa repleta de pescados, las mejillas coloradas y una gran sonrisa, relatando a su padre lo bien que le había ido con su amigo, a pesar de que le dolían los oídos debido a que Lucien gritó tan fuerte al notar que uno de los gusanos que servía de carnada se había pegado a su pantalón.
Lucien no tenía clase, habían programado una celebración especial entre profesores y padres de la institución para recolectar dinero suficiente para reconstruir una vieja valla que protegía a la escuela, entre otras mejoras que debían hacer. Los padres de Lucien eran los principales encargados de tal celebración —como si no fueran ellos los que dieron la idea —, y Lucien estaba enterado, pero lo único que le disgustaba era que sus padres planeaban llevarlo porque, según ellos, Lucien podría generar un incendio si se lo propusiera.
Ya tenía todo planeado para ese día, y Lucien tenía presente que su amigo Estefano no tardaría mucho en salir de su casa con su bolsa de pesca en dirección al lago. De tan solo pensar en estar con la mitad de las piernas sumergidas en el agua, le producía una extraña emoción que no había sentido jamás.
Lucien, quien estaba en la cocina asegurándose de que sus padres estuvieran lo suficientemente distraídos como para escapar de la casa sin ser descubierto, apenas vio que ambos hablaban por teléfono, subió corriendo a su habitación para buscar su mochila llena con algunas cosas que Estefano le pidió llevar, como algunos ganchos de ropa que tenía su mamá en el patio trasero, ropa de cambio por si acaso, aguja, hilo y tijeras.
No tenía la menor idea de porqué necesitan eso, pero podría preguntarle cuando tuviera a Estefano de frente. Bajó de forma sigilosa las escaleras, sonrió al ver que sus padres seguían ocupados y no le prestaron atención cuando entró en la cocina y del refrigerador sacó cuatro sándwiches que sus padres habían preparado esa mañana pero que no habían terminado de comer, y los guardó en su mochila.
Sin perder más tiempo, caminó casi de puntillas hasta la puerta de la casa, acercó su mano a la perilla de la puerta blanca y con mucho cuidado la giró hacia su izquierda. Sintió el sonido seco que producía la puerta cuando se quitaba el seguro, entonces salió lo más rápido que pudo de la casa y con la misma delicadeza cerró la puerta.

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Y si pudiera amarte...
RomanceEn un pequeño pueblo cerca al Bosque Eterno, Lucien y Estefano forjan una amistad inquebrantable desde la infancia. Su vínculo comienza en un lago escondido, donde se encuentran regularmente para pasar el tiempo después de clases. A medida que crece...