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La primera vez que Estefano escuchó la palabra «Amor», fue de su madre. La recordaba hablando con su padre por la noche, Estefano tendría al menos cinco años. Sus padres bailaban You Send Me de Sam Cooke en la cocina, ambos sonreían y se decían palabras que él no logró escuchar, pero recuerda cuando su madre en un momento repitió la misma palabra; Amor.

Para él, el amor tenía muchos sinónimos, uno de ellos era Protección.

Un año después, la segunda vez que escuchó esa palabra fue del sepulturero el día del funeral de su madre, quien se había fijado demasiado en como su progenitor solo se quedaba mirando la tumba, con los ojos llenos de lágrimas y una mirada tan perdida y triste.

El amor es hermoso, y al perderlo, se pierde también el alma —Había dicho ese hombre a su lado, pero Estefano no le había entendido.

El amor, por desgracia para él, también significaba Pérdida.

La tercera vez que escuchó aquella palabra, fue el mismo día que había construido la trampa junto a Lucien en el lago.

Ya era de noche, alrededor de las dos de la mañana. Despertó a causa de unos fuertes gritos en frente de su casa. Asustado y confundido, corrió fuera de su cama hasta la ventana de la sala que daba hacia la calle, y vio como varios hombres estaban reunidos en la acera, mientras pateaban a otra persona en el suelo, lastimándolo, e ignorando sus gritos desesperados.

El hombre que estaba en el suelo, a quien agredían cruelmente, lloraba y a veces intentaba defenderse, pero no lograba más que ganarse otro par de golpes.

Estefano se asustó aún más; quiso hacer algo, despertar a su padre y que él pudiera ayudarlo de alguna manera, hacer que los otros hombres se fueran y lo dejaran en paz. Entonces, cuando estuvo decidido a ir la habitación de su padre, escuchó la conversación que empezaban a tener aquellos hombres.

—¿Eres consciente de qué esto no es nada comparado con lo que te harán en el alba? —dijo uno de ellos, de cabello oscuro, ropa un poco rasgada de los costados y botas. De seguro era un trabajador de la mina.

—No me importa, ya bastante he tenido ocultándome al mundo por lo que soy, si has de matarme ahora mismo, te lo agradecería —discrepó el hombre del suelo, tratando de respirar.

—Te consideré un amigo, eso es lo que más me repugna en este momento, haber pensando que incluso te hubieras enamorado de mi.

—Tu amistad no significaba nada, y lo siento, no eres mi tipo.

El hombre en el suelo recibió una fuerte patada en el estómago, quitándole la respiración por unos segundos. Se retorció en el suelo y se colocó en posición fetal, tratando de esconderse inútilmente entre sus brazos.

—Me das asco, las personas como tú solo pueden ser destinadas al fuego eterno del infierno, sufriendo por un pecado como lo es amar a otro hombre.

—Dios me abandonó desde hace bastante tiempo, el amor es mi condena.

Estefano no entendió lo que quiso decir con eso, pero tampoco se quedó escuchando más de esa conversación y fue a buscar a su padre.

Al entrar en la habitación, se dio cuenta de que él estaba en su silla de ruedas, asomado por la ventana; el ruido de la calle de seguro también lo había despertado. Al notar la presencia de su hijo en el umbral de la puerta, se giró de cuerpo completo en su dirección.

—¿Qué haces despierto? —le preguntó su padre.

—Hay un señor en la calle, lo están golpeando, debes ir a ayudarlo.

Y si pudiera amarte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora