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ㅤZoro y Elizeth caminaban entre ruinas de lo que una vez fue Kuraigana, escombros de arte era cuánto quedaba. Incluso en lo poco que quedaba, podía visualizarse cuan hermoso fue sus infraestructuras. Ese arte gótico lleno de detalles creados de forma artesanal que lo hacían una obra única y especial para aquellos que tenían ojos y admiraban su creación.
ㅤEl joven espadachín caminaba junto a la mujer, siguiéndola de cerca esquivando ruinas para no tropezar en el intento, con su mano en la empuñadura de su amada katana blanca. Aún se sentía alerta ante aquellos babuinos que residían en los bosques del lugar, sobretodo tras haber sido atacado por ellos en cuánto apareció en aquella isla.
ㅤAún no comprendía la razón por la que le había incluido en aquella caminata, y tampoco le había dicho nada por lo que extrañamente había podido deducir gran cosa. Habían desayunado como cada día, todos juntos, y ella se despidió de Mihawk con un beso antes de salir por la puerta de la cocina que daba al exterior.

“¿Por qué has querido traerme a este paseo?”    Preguntó sin rodeos el espadachín, andarse por las ramas no era lo suyo.

“Es como estar con una versión joven de Mihawk.”   Se burló ella girando la cabeza para mirarlo.

ㅤSu mano se posó en el hombro del muchacho con una dulce sonrisa, dándole un pequeño apretón gentil.

“Quería hablar contigo, y sabes que el gruñón siempre se entera de todo lo que ocurre en el castillo.”   Dijo con gracia, haciendo sonreír al peliverde.

“Sí... Se enteró de que rompí la silla de mi habitación. Fue un accidente e intenté deshacerme de ella, pero al parecer lo descubrió.”

Elizeth se rió al oírlo, recordando la reprimenda que le dió el moreno tras darse cuenta de lo sucedido, y como él parecía un cachorro regañado.

“A Mihawk no se le puede esconder nada. Siempre se entera incluso de tus propios pensamientos, así que ten cuidado con lo que piensas.”   Comentó con diversión la castaña, logrando hacer reír al muchacho.

“Lo tendré en cuenta.”   Dijo sonriendo.

ㅤSiguieron caminando un poco más y ella tomó asiento en un árbol que se había torcido hasta casi tocar el suelo, utilizándolo como banco para mirar al de pelo verde. Buscó en los bolsillos internos de su chaqueta, sacando una pequeña caja.

“Esto no es lo que habitualmente se hace, pero...”

ㅤAbrió la caja, mostrando un brillante anillo de oro con patrones intrincados celtas que dentro tenía gravado las palabras «mi corazón es tuyo».

“Quiero pedirle matrimonio a Mihawk.”

ㅤZoro quedó simplemente impactado ante las palabras de ella y su significado, alternando la mirada entre el anillo y ella. No le importó el hecho de que fuese ella quién le quisiera pedir matrimonio a él, si no el hecho en sí de que quisiera convertirse en su esposa.

“Vaya... No sé qué decir.”   Se rascó la nuca mirando de nuevo el anillo.   “¿Realmente es tu deseo?”

“Lo es, desde hace mucho tiempo.”   Sonrió ella con aspecto avergonzado, mirando también el anillo con cariño.   “Supe desde hace mucho que él era el hombre con quién quería casarme, aunque nunca supe cuándo sería el momento... Ahora lo sé. Estoy lista para casarme con él, y creo que él me aceptará.”

“Por supuesto que lo hará. Solo hay que ver cómo se comporta a tu alrededor para ver lo mucho que te quiere.”

“Sí, tiene su forma única de expresar sentimientos.”

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐄𝐀 𝐖𝐈𝐓𝐂𝐇 |  𝗗𝗿𝗮𝗰𝘂𝗹𝗲 𝗠𝗶𝗵𝗮𝘄𝗸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora