PRÓLOGO

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22 de agosto de 1913

Era de noche, las calles de Inglaterra estaban repletas de gente y los faroles las iluminaban, la luna brillaba con fuerza y las estrellas la acompañan con su delicada luz.
Salí de la fiesta con mi novia, aún era temprano y era la noche perfecta para pedirle matrimonio.

— Cariño, ¿te parece si vamos a ese parque que tanto te gusta? —la miré con una sonrisa en mi rostro, esperando su respuesta
— Si, vamos! Justo ahora está ese puesto de comida que te dije el otro día! —sonrió entusiasmada y me tomó del brazo.
Se veía radiante como siempre, un vestido rojo hacía notar su figura esbelta a pesar de no ser completamente ajustado. Y su sonrisa, esa sonrisa que me fascinaba. Estaba decidido a querer pasar el resto de mi vida con ella.

Comenzamos a caminar y algo llamó nuestra atención. El sonido de armas disparándose, y todo parecía provenir de la fiesta de la que salimos.
Las personas comenzaron a salir del lugar lo más rápido que podían, se había armado un tiroteo el cuál ahora tenía lugar en la calle. Tomé la mano de mi novia y corrí a buscar un lugar seguro mientras chocaba con otras personas que también buscaban alejarse de ahí, eso me dificultaba ir más rápido.
Mientras avanzaba sentí como ella se detuvo de golpe, lo que me hizo voltear rápidamente para asegurarme que todo estuviera bien, era todo lo contrario... La sujeté cuando estuvo a punto de caer y mi atención se centró en el agujero que tenía en el pulmón izquierdo, la sangre brotaba sin control. La cargué llevándola un poco más lejos del lugar.

— POR FAVOR, NECESITO AYUDA!! MI NOVIA ESTÁ HERIDA! POR FAVOR AYÚDENME! —gritaba con lágrimas en los ojos

Los disparos dejaron de escucharse, no sé que pasó y tampoco me interesaba, solo me importaba ella. Escuché decir a algunas personas que un par de ambulancias venían en camino.

— Y-ya viene la ayuda... Estarás bien... Por favor, no te duermas... —le decía mientras mis lágrimas caían sobre su rostro
— Ethan... Está bien... —decía apenas en un susurro y con los labios temblorosos— en nuestra próxima vida… yo iré hacia tí, lo prometo...

Me dió una pequeña sonrisa, acarició mi mano y cerró sus ojos. Minutos después la ambulancia llegó, pero fue inútil, ella se había ido.
Los años pasaron como debía ser y mi corazón seguía añorando su compañía. Me encontraba parado en el puente Richmond.

— Que vida tan miserable —dije con una sonrisa burlona.

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2024 ⏰

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