Capítulo 25

21 2 0
                                    

*Narra Lana*

Era sábado. Estaba pasando los canales de televisión sin encontrar nada bueno.

-¿Lanny?.- Escuché la voz de mi mamá.

-¿Qué?.

-Debo ir a casa de Stella hoy, y mi auto está en reparación, ¿recuerdas?. Necesito que me prestes el tuyo.

-Sí, no hay problema. Pero no ensucies los asientos...

Le dí las llaves.

-Gracias hija, ¿no tienes que ir a ningún lado hoy?.- Preguntó colgándose su bolso.

Negué.

-Bien, entonces me voy. Volveré para la hora de la cena. Cualquier cosa me llamas.

-Adiós...- Dije.

Seguí pasando los canales, ¡qué porquería!...

Lo apagué.

De repente me encontré pensando (una vez más) en Max.

Él me gustaba, y mucho... Nunca lo pude olvidar, ¿a quién engaño?.

Soy una estúpida, ahora lo perdí para siempre; y todo por mi maldito orgullo...

Alguna que otra lágrima se escapó y cayó por mis mejillas.

¡Diablos!.

Esperen... ¿y si él aún no se fue?, ¿y si sigue aquí?.

Un brote de esperanza me inundó.

No puedo quedarme con la duda...

Corrí a mi habitación y me cambié de ropa. Me puse unos jeans celestes, una camisa blanca y unas zapatillas blancas, también. Dejé mi cabello suelto, así era como más me gustaba. ¡No había tiempo para maquillaje!.

Cuándo me estaba por ir recordé un pequeño detalle... ¡no tenía mi auto!.

¡Mierda!. Debía llegar como sea al hotel en dónde estaba Max y su padre...

Fui y busqué en Internet la dirección (afortunadamente la recordaba, Bob la había nombrado en la cena de la otra noche).
¡La encontré!, para llegar debía... ¡¿tomar el tren?!.

Nunca había viajado en tren, pero no me importó. Imprimí la información y salí.

Por suerte, sabía dónde estaba la estación, por lo que llegué rápido. Solía pasar seguido por allí.
Había mucha gente esperando.

Al cabo de unos 10 minutos el tren llegó. Como pude, toda apretujada, subí.

Bien, eran 5 estaciones. Me fijé en un cartel en dónde estaban los nombres de todas; pero estaba escrito... ¡fantástico!.

El tren arrancó. Rápidamente sentí el gran encierro que había ahí, unas fuertes ráfagas de olor a sudor me llegaron.

Max, sólo puedo estar haciendo esto por ti. Pensé.

Íbamos rápido. Apenas si podía moverme. Me sentía como una sardina enlatada.

Iba al lado de una madre con su pequeño hijo, el niño iba urgando su nariz incansablemente.

La velocidad fue disminuyendo.

El tren paró y las puertas se abrieron. Entró un hombre con una guitarra y un olor nauseabundo.
Más de una persona se quejó.

El tren nuevamente arrancó. El hombre se puso a cantar y a tocar el instrumento... ¿qué es esto?. Cantaba terrible... Yo por mi parte rogaba por llegar de una vez.

BITCH, he's mineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora