cap 7

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Dos espadas chocaban, sus aceros resonando con cada golpe. Ninguno de los combatientes cedía terreno. Ambos eran hábiles, cada uno con su propio estilo distintivo. Mientras que uno atacaba con una ferocidad salvaje, casi como si danzara con la espada, el otro se movía con una calma sofisticada, sus movimientos rápidos y precisos. Sus estilos, tan contrastantes, reflejaban sus diferentes orígenes.

Al bicolor le habían prestado una espada para el combate. Se había quitado el chaleco, quedando solo con su camisa blanca para mayor movilidad. Agradecía no haber traído consigo su propia espada, algo que podría delatarlo. Aunque su ropa era fina, no llevaba el emblema del castillo grabado en ella, lo que le daba cierta tranquilidad. Solo utilizaba esas prendas cuando la ocasión lo ameritaba.

—Eres bueno —dijo el bicolor con un tono respetuoso, cuando la espada del cenizo pasó rozando su cabeza.

—¡Por supuesto! ¡Soy el líder, bastardo! —respondió el cenizo con arrogancia, lanzando un nuevo ataque. Aunque reconocía la habilidad del bicolor, no se lo diría abiertamente.

Ambos se detuvieron un momento, sus miradas fijas en el otro, antes de reanudar el combate. El cenizo notó que el bicolor sostenía su máscara en un momento de descuido. Ese sería su punto de ataque. Se lanzó con determinación, centrando sus golpes en la máscara del bicolor. Cada vez que se acercaba al rostro del bicolor, este se apresuraba a ajustarse la máscara. En un movimiento casi desesperado, el cenizo intentó arrancarla por completo, pero el bicolor logró contenerla en el último segundo. Justo cuando el cenizo se veía victorioso, el bicolor hizo un movimiento inesperado, desarmando a ambos. Las espadas volaron y cayeron al suelo, poniendo fin al combate en un empate.

—Bien, no eres tan debilucho —murmuró el cenizo, aún jadeando por el esfuerzo, mientras miraba al bicolor con respeto.

—¡Qué bien! ¡Estás dentro! —exclamó con entusiasmo la chica del grupo, saltando de alegría.

—Pero, ¿cómo deberíamos llamarte? —preguntó Kaminari, intrigado por cómo dirigirse al nuevo miembro.

—Mitad-mitad —respondió el cenizo, otorgándole el apodo con su habitual desdén. Era conocido por dar apodos a cada miembro del grupo, aunque él era el único que realmente los usaba. El bicolor lo miró confundido, sin entender del todo la referencia.

—Al parecer, ese es tu apodo —intervino Kirishima, llamando la atención del bicolor, quien se volvió para mirarlo.

—¿Apodo? —preguntó el bicolor, sabiendo lo que era, pero sorprendido al recibir uno propio.

—Sí, así es. El mío es "pelos de mierda" —dijo Kirishima con orgullo, señalándose a sí mismo.

—El mío es Deku —añadió Midoriya.

—A mí me llaman Alien; dice que mi piel morena parece rosada —explicó Mina, sonriendo.

—Cara plana —dijo Sero, casi sin emoción.

—Y a mí, "rata eléctrica". No quiero preguntas sobre el porqué —dijo Denki, un tanto avergonzado.

—¿Para qué ocultarlo? Es lo más gracioso —se burló Sero—. Al pobre le cayó un rayo, él y su mala suerte. ¡Jajaja!

Las risas resonaron en todo el grupo, pero el bicolor permanecía en silencio, su rostro impasible. A pesar de la camaradería, su expresión no cambiaba, observando la dinámica con una mezcla de curiosidad y desconcierto. El cenizo, quien no se había unido a las risas, lo observaba con atención.

—Oh, por los dioses, dejen de recordar eso —protestó Denki, sonrojado.

—Oh, vamos, Denki. ¿Quién, bajo los rayos, toma una espada de hierro y se pone a posar con ella? —añadió Kirishima, todavía riendo.

《un pasado no retornable》|| todobaku ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora