capítulo 10

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Las brasas chisporroteaban, proyectando sombras danzantes en las paredes mientras los miembros del grupo se acomodaban alrededor del fuego, sus rostros iluminados por la luz cálida y fluctuante. Sirviéndose generosas porciones de la comida recién cazada. Risas y conversaciones llenaron el aire, mientras todos disfrutaban del festín y del calor que proporcionaba el fuego.

—¡Esto está increíble! —exclamó Denki, masticando con entusiasmo y con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡No hay nada como un buen festín!

Las risas se propagaron por el grupo, creando una atmósfera ligera y despreocupada. Kirishima, siempre el optimista, alzó su copa de vino con una gran sonrisa en su rostro.

—¡Por nosotros, que siempre superamos cualquier desafío juntos! —proclamó con entusiasmo, y el resto lo siguió, brindando en medio de un coro de "¡Salud!"

Mientras las conversaciones se entrelazaban con el crepitar del fuego, la tensión del día parecía desvanecerse por completo. Bakugo, aunque más reservado, no pudo evitar sentir una chispa de orgullo al ver cómo todos disfrutaban de la comida que él había preparado. El grupo se sentía más unido que nunca, compartiendo historias y recuerdos, riendo y bromeando como si el mundo exterior no existiera.

Cerca del fuego, Todoroki observaba a sus compañeros, una leve sonrisa asomando en sus labios. Aunque normalmente se mantenía más apartado, esta noche se sintió más parte del grupo, más conectado con ellos. Sentía la calidez de la camaradería y la gratitud por poder compartir este momento con ellos.

—Es raro vernos a todos tan relajados —comentó Sero con una sonrisa—. Creo que nos hacía falta una noche como esta.

—Definitivamente —asintió Mina, sirviéndose otra porción de carne.

La conversación fluía sin esfuerzo, llena de chistes internos y anécdotas que solo ellos entendían.

Y así, en medio de ese pequeño rincón de mundo que habían creado, encontraron un respiro en la simple felicidad de estar juntos, recordando que, pese a las dificultades, siempre podían contar los unos con los otros. La comida, el calor del fuego y la compañía de amigos hicieron de esa noche un momento que todos recordarían con cariño, un ancla de paz en medio del tumulto que les aguardaba afuera.

Finalmente, se levantó y, sin llamar la atención, se dirigió a la cabaña para recoger sus pertenencias, decidido a marcharse.

—¡Oye, Mitad-mitad! —la voz de Cenizo irrumpió con su habitual energía, llenando el espacio cuando entró—. ¿Ya te vas?

El Bicolor se sobresaltó ligeramente al escuchar el apodo, pero reprimió cualquier reacción visible.

—Sí, ya es hora —respondió con calma mientras continuaba guardando sus cosas.

Cenizo lo observó, su expresión una mezcla de curiosidad e irritación.

—Estoy harto de esta mierda —espetó Cenizo, acercándose con paso firme—. Dime, ¿quién eres realmente? ¿Por qué tanto misterio?

El Bicolor se detuvo en seco y se volvió hacia Cenizo, su mirada cargada de una determinación inquebrantable.

—Lo siento, pero no te lo diré —replicó con firmeza.

La frustración de Cenizo era palpable.

—¿Sabes que eso no inspira confianza, verdad? —dijo Cenizo con un tono áspero.

El Bicolor permaneció en silencio, intentando ignorar la confrontación. Sin embargo, Cenizo no estaba dispuesto a dejarlo pasar. Se acercó aún más y lo agarró por las solapas del chaleco, tirando de él con fuerza. Sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y exigencia.

《un pasado no retornable》|| todobaku ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora