Dos

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Trate de levantarme lo más rápido posible de la cama porque sabía que si no lo hacia mi madre vendría por mi y lo último que quiero en la vida es que vea esos moretones, como si la hubiera invocado mi madre subió rápidamente a mi habitación con una gran sonrisa en el rostro al igual que todos los días para levantarme.

- Buen día cariño- dijo mi madre en un tono bastante dulce -Oí el grito ¿Estás bien?-

- Estoy bien, fue sólo otra pesadilla, de nuevo- Estaba demasiado nerviosa, si mi madre pedía que me levantara vería el moretón que estaba en la parte superior de mi pierna, no tenia como ocultarlo ya que mi pijama consistía en un short algo corto y una camiseta de tirantes

- ¿Segura? Te ves un poco pálida-

- No es nada, enserio estoy bien- Intente darle mi mejor sonrisa falsa, mamá me devolvió la sonrisa pero aún no salía de mi habitación

- Cariño, ¿No piensas levantarte?-

- ¿Por qué no bajas a la cocina y te alcanzo?-

- ¿Por qué ya no quieres que este nunca en tu habitación? ¿O que te vea al levantarte?-

- ...

-¿Qué es lo que no quieres que vea?, ¿Qué hiciste?- Mamá me ponía cada vez más nerviosa y note que comenzaba a enojarse

- No hice nada Repliqué

- Levántate-

-Pero...-

- ¡Levántate de esa cama ahora mismo!-Grito mamá. No tuve más alternativa así que lo hice, la expresión de enojo de mi madre cambio a una de horror al ver mis grandes y pequeños moretones, ella se cubrió la boca con sus manos mientras dio un largo suspiro de horror, rápidamente ella corrió hacia mí y me dio una bofetada, lágrimas escaparon de mis ojos, pero aún así mamá no parecía notar lo que había hecho.

-¡Rouse! ¿Quién te ha hecho esto? - Me quede en silencio sin despegar la mirada del suelo, mamá me miraba con rabia y parecía que en cualquier momento saldría humo de sus oídos. Sucede que cada vez que tengo esa pesadilla despierto con un moretón en mis piernas, mi hermano es el único que lo sabe, mi madre nunca me escuchó lo suficiente y sé que si hablaba no me creería nada, por eso he mantenido ocultos todos y cada uno de mis moretones aunque para mí ya era casi normal despertar con uno nuevo cada día.

- Lo siento mamá- Susurré- ¿Podríamos discutirlo luego?-

-Cuando vuelva lo hablaremos, y espero oír la verdad, no quisiera que este incidente llegara a grados mayores -

- De acuerdo- Respondí aún con lágrimas en el rostro

Mamá se fue de inmediato a su trabajo no sin antes dar un portazo, dejándome sola con mi hermano Ryan, así que me vestí rápidamente y baje a la cocina donde ya estaba servido mi desayuno y mi hermano atragantándose con el suyo, así que pase por el refrigerador y me serví un vaso de jugo de naranja, me senté en la mesa junto a Ryan y comencé a desayunar.

-Ya los descubrió- Dije llamando su atención

-¿Te refieres a los moretones?- Respondió él con indiferencia sin despegar la mirada de su desayuno

-Sí- Dije con un hilo de voz, a punto de romper en llanto, de inmediato Ryan se percato de ello y me abrazo, pasaba su mano por mi cabellera negra tratando de tranquilizarme, y la verdad lo estaba logrando, escondí mi rostro en su cuello dejando rodar algunas de mis lágrimas en su camiseta gris.

-No te preocupes por esto, inventaremos algo juntos para tratar de explicarle a mamá ¿De acuerdo?, no llores más por favor- Suplico Ryan mientras yo despegaba mi rostro de su cuello, dirigí mi mirada hacia él y esbocé una sonrisa, pero esta vez sí era una sonrisa real. De verdad estaba agradecida por todo lo que Ryan había hecho por mí durante todo este tiempo, no podía pedir un mejor hermano que él, y a pesar de que siempre me moleste y yo le devuelva el favor...Quiero a ese idiota más que a nada en el mundo.

-Gracias Ryan-

-Haría lo que fuera por ti Rouse, ahora trata de mantener un poco más esa sonrisa, luces totalmente hermosa con ella- Lo envolví en otro abrazo y al separarnos mire de inmediato el reloj, este ya marcaba las siete y cincuenta.

-¡Vamos a llegar tarde!- Grite y comencé a correr al igual que Ryan, tire mi intacto desayuno al fregadero y corrimos juntos como alma que lleva el diablo hasta llegar a la preparatoria que quedaba a un par de calles de mi casa.

Ryan tiene dieciocho años y yo diecisiete por lo que vamos al mismo instituto pero en edificios diferentes, tome el camino de la izquierda para dirigirme a mis clases que estaban a punto de comenzar mientras que Ryan hizo lo mismo en dirección contraria. Corrí hasta el segundo piso donde estaba el salón de matemáticas la cual era mi primera clase del día, como de costumbre llegue tarde y al entrar al aula todos dirigieron su mirada hacía mí, él maestro de inmediato volteo a verme, eche rápidamente un vistazo a mi reloj el cual ya marcaba las ocho y veinticuatro am. Rápidamente sentí el ambiente algo pesado pues ya sabía lo que me esperaba.

Hola queridos lectores(as) aqui el segundo capitulo de mi historia, espero les guste voten y comenten me ayudaria muchisimo comenzare a subir capitulo cada semana, si puedo lo hare cada viernes y no tardare mas de una semana lo prometo, los dejo por ahora, hasta el proximo viernes, Bye!


You, My Best MemoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora