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  Para Frenkie de Jong, la religión lo era todo, era un fiel creyente. Desde pequeño había sido muy devoto a su religión.
Los demás miembros de la iglesia decían que el chico era un ángel enviado del cielo, pues el chico destacaba entre los demás. Era alguien amable, humilde, virtuoso y caritativo, además de que su belleza era sobresaliente. Sus cabellos rubios, sus labios rosados, su piel de porcelana, sus mejillas siempre sonrosadas y sus ojos celestes con esas largas y rizadas pestañas cautivaban a cualquiera.

Cumpliendo la mayoría de edad, por orden de la iglesia, él viajaría por el mundo predicando la palabra de Dios, tal como lo hacían los apóstoles de Jesús. Frenkie era un siervo de Dios y estaba dispuesto a socorrer a los que necesiten de ayuda.
























Lo acogieron en una pequeña parroquia. Empezaría por sembrar la semilla de Dios en España, mas específicamente en Barcelona. El idioma no era problema para él, sabía varios. Lo que lo molestaba un poco es que la gente se escondía de él cuando tocaba la puerta de las casas. Era tedioso ir caminando calles y calles y que, o no le atiendan o le digan de muy mala manera que sus palabras no servían de nada.

El sacerdote de ahí, le dijo al joven que no siga insistiendo en eso, que mejor se quede ayudando en la parroquia. Frenkie se negaba, él decía que valdría la pena, que dentro de poco alguien se dignaría a escucharlo.

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Religious |ᵐᵃʳᶜᶠʳᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora