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17 de diciembre - 07:45

Es una fria mañana de otoño (casi invierno). Te encontrabas en la cocina del colegio, bebiendo una humeante taza de café, tu elixir preferido.

Disfrutabas de la soledad que reinaba a esas horas, pues muchos dormían, otros estaban en misiones, asi que tomaste asiento en el cómodo sofá que precedía a la puerta de salida. Los primeros rayos del sol se asomaban entre las copas de los arboles.

Saboreaste nuevamente tu café, cerrando los ojos y dejando que muchas sensaciones te invadieran.

Aun no te acostumbrabas a dormir mas de las 05 de la mañana ni acostarte después de las 22hs, pero te sentías agradecida por las horas extra de descanso.

Todos habían sido muy buenos contigo desde que llegaste al colegio, en especial el director Yaga, quien te había estado tratando como a una hija; Shoko quien se preocupaba de que comieras bien ya que tu ritual consumía muchos nutrientes; y Gojo se preocupaba de que tuvieras buenos y exhaustivos entrenamientos, porque según él, había que enseñarte todo lo necesario para que el año siguiente pudieras graduarte, más que nada el albino se ocupaba de que jamás te sintieras sola o excluida.

Su constante atención a veces te abrumaba, incluso te parecía raro que siempre quisiera saber en dónde estabas, que hacías, si comías. Llegaba a mandarte fotos de sus misiones presumiendo de como habia matado a tal o cual maldición y se burlaba de ello.

No sabias con certeza si lo hacía con el resto de los estudiantes, pero que más daba, era tu sensei, queria ser amigable y prepararte bien. O al menos eso creias.

Esa oleada de pensamientos no hicieron más que sonrojar tu rostro cuando recordaste aquel beso inesperado la noche de su cumpleaños.

No. Definitivamente no hacía eso con todos sus estudiantes. Un calor recorrió todo tu estómago, repentinamente mariposas rondaban por tu abdomen.

Llevaste una mano hacia tu cara y suavemente acariciaste el lugar donde Satoru habia plantado dicho beso.

Y Sonreiste. Recordaste la sensación de la piel de ambos teniendo un breve contacto. ALGO dentro tuyo añoraba revivir ese momento.

Estabas tan metida dentro de tu cabeza,  que no te percataste de que Gojo había ingresado a la cocina y te miraba como intentando descifrar algo.

- Vaya...no sabia que un café podía hacer tan feliz a alguien - dijo arqueando las cejas sorprendido.

- Ah Satoru!!! - gritaste dando un brinco en tu lugar, provocando que tu taza con cafe volara por los aires.

El albino rápidamente paralizó la taza y el café con energía maldita, impidiendo así un posible desastre.

- Buenos días ________ - dijo sonriendo.
Tu cara de vergüenza era un poema. Gojo rió por ello.

- Buenos dias....sensei - dijiste tímidamente mientras te levantabas y agarrabas la taza en el aire.

- y ¿A qué se debía esa sonrisa? ¿Acaso estabas pensando en mi? - expresó coquetamente Satoru inclinando su cuerpo hacia ti.
Tus mejillas se colorearon suavemente, a la vez que se podia ver un deje de irritación, ese hombre era un descarado por decir eso, aunque tuviera razón.

-No... - alegaste, nerviosa - Solo saboreaba mi café, y disfrutaba de la tranquilidad de la mañana - lo miraste molesta - Hasta que alguien irrumpió en mi pequeño mundo de paz.

- Pues disfrútalo porque se acabara pronto. Hoy tendrás tu primera misión - declaró esbozando una sonrisa ladina - Mi pequeña al fin saldra del nido - dijo dramáticamente mientras hacia la forma de un ave con las manos - Y sera nada más ni nada menos que conmigo, el mejor profesor hechicero del universo - dijo divertido y con algo de arrogancia.

Detras de tí  | Gojo Satoru x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora