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Despertar solo no era lo que se esperaba después de aquella noche, ni siquiera sintió cuando su cuerpo quedó solo en la cama, nunca había sido abandonado de esa manera. A lo contrario Seungcheol era el que evitaba despedirse, en el inicio de sus veintes estaba descontrolado, rompiendo corazones y disfrutando en diferentes colchones hasta que un día ya no le interesaba para nada.

No era capaz de culpar a Jeonghan.

Mientras se cepillaba imaginó todo tipo de situaciones para excusar la forma en que lo abandonó. Ni siquiera podía considerarlo abandono, algo casual sin compromiso no aseguraba una mañana llena de mimos y quizás otra ronda. Tenía ganas de otra ronda.

Preparándose algo para desayunar se intentó convencer de que no le importaba, era un adulto capaz de reconocer que ese cosquilleo en su pecho no significaba absolutamente nada cuando pensaba en Jeonghan y que con una noche fue más que suficiente. Mentirse así mismo era la manera más sana de controlar ese impulso de buscarlo.

Le dio más vuelta al asunto de lo que realmente quería porque así era él, mientras menos quería pensar en algo más lo hacía. En su vehículo de camino al estudio de Jihoon, se torturaba porque no tenía idea de cuándo volvería a encontrarse con ese rostro.

Había pasado semanas para resolver lo de la sesión de fotos para Jeonghan con Mingyu y resultó perfecto después de tantas llamadas. Incluso tenía una de las revistas en su vehículo, edición especial con la portada de Jeonghan, sin embargo ya no tenía más planes.

Toda la situación lo hizo cuestionarse sobre sí mismo, y sus sentimientos por un hombre que apenas conocía, pero no se trataba de cualquier hombre. Era Yoon Jeonghan, probablemente la persona más hermosa que ha visto en su vida, e incluso más hermoso con el cabello desorganizado después de duro sexo. Cada detalle grabado en su memoria, en el cofre de su mente como un tesoro.

¿Cuándo volvería a verlo? Las palabras de su mejor amigo describiendo a Jeonghan resonaban en su cabeza.

Al llegar al estudio de Jihoon, se encontró a su amigo con los brazos cruzados, juzgándolo con la sola mirada que le dirigió. Tenían trabajando desde que Seungcheol debutó a sus veinte años, cinco años completos en los que Seungcheol aprendió a respetar el tiempo de Jihoon, estaba amenazado de ser responsable, y cumplía pero no esa vez.

— Perdón. — Seungcheol no solo se encargó de llevar el postre, llevaba unas bolsas con el almuerzo, los fideos favoritos de Jihoon, algunas sodas, y alcohol.

— No voy a perdonarte si no tienes el kimchi de tu madre contigo.

— Obvio. — Seungcheol enseñó la bolsa con el legendario Kimchi de la señora Choi.

Los dos como de costumbre almorzaban juntos fuera del sagrado estudio de Jihoon.

Jihoon se encargaba de la mayoría de la música de los Idols bajo la compañía y fuera de ella. Seungcheol había descubierto a Jihoon cuando apenas empezaba a escribir para artistas poco conocidos, y desde entonces han sido inseparables.

Ambos se sentían en deuda con el otro, aunque no lo decían en voz alta, estaban agradecidos y siempre lo tenían presente.

La carrera de Seungcheol como solista dentro del Kpop era opacada por los rumores de que todo había sido pagado por su madre. Todo el esfuerzo y dedicación de Seungcheol se hacía trizas cuando mencionaban el nombre de su mamá.

Seungcheol tenía todo el ideal para ser un Idol que encantara a las personas. Tenía esas vibras de novio ideal, perfecto para llenar un concepto rudo y lo opuesto para representar un romance.

La base de fans de Seungcheol era bastante amplia, siempre se encargaban de hacer actividades y dar todo el contenido posible. Sin embargo, había tenido interacciones extrañas con algunos fanáticos que realmente no conocían el límite entre relación fan y Idol. A veces llegaban llamadas de números desconocidos que él nunca interesó en contestar.

Big Reputation | JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora