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— Quiero ser tu novio. — Las palabras dulces se envolvían en su cabeza, sus ojos completamente cerrados y sus manos nerviosamente buscaban donde apretar. Sentía la caricia del pulgar en una de sus mejillas, limpiando una de las tantas lágrimas, el sentimiento de protección lo hacía sentir cálido.

No recordaba la última vez en que un abrazo le hizo sentir seguro.

Era tan complicado que quería deslizarse por los dedos para alejarse en silencio, su intuición era tan eficaz que confiar en sí mismo solo causaba dolor porque siempre tenía razón. Quería aferrarse a la idea de que estaría a salvo, de que en sus brazos realmente tendría paz. Lo pensaba y no dejaba de pensarlo porque realmente le importaba.

Quería dar un paso contra sí mismo y su mala suerte.

— Te voy a tener, Jeonghan. — El susurro se sintió tan real. — Serás mío.

Habían pasado unos días después de aquella noche, donde ignoraba sus mensajes, lo único que lograba saber sobre Seungcheol era a través de sus redes sociales y la tortuosa forma en que lo encontraba en sus sueños. Despertaba con la mente pesada, abrazando con fuerza su almohada y era atacado por una migraña. Tal vez sería más fácil si no se tratara de Seungcheol...

— ¿Estás listo? — Un impecable Joshua le decía buenos días perfectamente vestido y unos lentes de sol decoraban el color caqui de su camisa. — ¿Leíste el itinerario?

— Todo en orden. —Jeonghan sonreía, ajustando el reloj en su muñeca después de cerrar la puerta y el sonido de su tacón sonaba por toda la sala.

Más allá de un desordenado amante, Jeonghan era un responsable modelo, aunque desde aquel último evento de la señora Choi algo se había desequilibrado de su perfecto margen. Se culpaba de haber perdido el control por un simple coqueteo pero más culpaba a Seungcheol por lucir de aquella manera.

— Tal vez es hora de un corte de cabello. — Mencionó Joshua después de sujetar la taza de té que ahora Jeonghan soplaba para tomar un trago.

— Aún no. — Jeonghan peinó de sus cabellos sutilmente. — No es necesario. — Dijo antes de dar un sorbo a su taza.

Solo lánzate. Eso se repetía en su mente cuando pensaba en aquello, y a pesar de que aquel que lo torturaba en sus sueños no necesitaba una respuesta, sentía que la arena estaba a punto de robarse su oxígeno. Pretendía que estaba bien, era perfecto en pretender que estaba bien, continuaba trabajando con eficiencia para no pensar en aquella noche.

— Hm, tienes razón. — Joshua se acercó para apretujar ambos de los cachetes. — Te ves tan lindo así. — Apretó más fuerte hasta que Jeonghan se quejó, y se tuvo que alejar al ser amenazado. — Disfrútalo antes del servicio militar.

— Maldito.

— No te olvides de tu abrigo. — Joshua habló con un tono divertido luego de sacarle la lengua.

Jeonghan se convertía en un maniquí desde que llegaba a las manos de un experto en la moda, desde su juventud había visto esa misma expresión en tantos rostros como si una estrella se encontraba frente a sus ojos, y una vez se lo comentó al CEO Novak, este le dio a entender que se trataba de que él era la estrella.

El CEO Novak era lo más cercano a una figura paternal para Jeonghan, era básicamente su familia aunque formalmente no llevaba su apellido, había sido adoptado a la edad de quince años luego de un escapada perfecta.

Le había demostrado que el mundo estaba lleno de estrellas, que se podían apagar con solo tocarlas, de eso se trataba el negocio pero Novak le había prometido que nunca nadie lograría apagarlo.

Big Reputation | JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora