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La imagen de Yoon Jeonghan se volvía habitual en todas las redes sociales de Corea, las pocas apariciones del modelo había causado un furor por todo el país, lo poco que se sabía sobre su vida era relatada en las noticias sin entender de donde este hombre sacaba el poder para mantener a gran mayoría esperando por su siguiente paso.

El público asiático no era algo que Jeonghan desconocía por su participación en China pero siempre se sorprendía por la manera obsesiva en la que se podía idolatrar a una persona por total consumismo. Ser aclamado como el perfecto ejemplo de la belleza del país era algo que lo halagaba pero la manera inhumana de producir en Corea le hacía sentirse cada vez menos entusiasmado.

No estaba sorprendido por la cantidad de empresas que rechazó debido a los tipos de archivos que tenían, odiaba aquel filtro blanco para relucir un tipo de piel pálida que solo existía en la ciencia ficción. Joshua y Jeonghan solo morían de risa en la comodidad del sofá al ver las ediciones excesivas de algunas empresas.

Su imagen era la perfecta, la que Corea necesitaba de manera internacional para vender algo completamente opuesto a la realidad, y Jeonghan con su rostro de príncipe lo hacía perfectamente.

Príncipe de Corea fue un título tonto que le pusieron en sus inicios como aprendiz pero sí que terminó por sorprenderle. Se tenía que morder la lengua mil veces por los momentos donde maldijo a Corea y se juró a sí mismo jamás pisar aquella tierra pero ahora se encontraba ahí siendo rodeado por miles de cámaras, atención, y oportunidades.

— ¿Yoon Jeonghan está aquí? — Eso se escuchó en el gran salón.

La exclusiva fiesta de la señora Choi repleta de grandes nombres, rostros reconocibles por todos lados, y cada uno brillaba gracias a la nueva colección de diamantes de Atelier. Los sirvientes completamente vestidos de blanco se paseaban por el salón con copas llenas de diamantes junto con el champán que nunca se agotaba.

— Por supuesto que estaría aquí, la señora Choi se ha adueñado de él por completo.

El extravagante color rojo del traje de Jeonghan llamaba la atención de cada mirada, la gargantilla alrededor de su cuello cargaba el diamante más pesado de la colección, uno que ni siquiera estaba en la exhibición de aquella noche. No era necesario presentarlo al público cuando Jeonghan se encontraba ahí luciéndolo exquisitamente.

— ¿Es acaso él su mejor diamante o solo un perro más?

Sin separarse del lado de Joshua, caminaba con lentitud para observar los diamantes con atención. Jeonghan no se inmutaba de las personas observándolo y hablando, sonreía plácidamente hacia el modelo que le presentaba un par de diamantes que brillaban ante sus ojos.

— Hermoso, ¿no crees? — La voz profunda sorprendió a Jeonghan, un peculiar aroma masculino lo hizo girar sobre sus talones. Después de una respetuosa inclinación, Jeonghan finalmente se encontraba con el cristal de aquellos lentes costosos. — Es un placer finalmente conocerte.

— Jeon Wonwoo.

— Así que me conoces.

— Tanto como me conoces a mí. — Jeonghan habló lleno de confianza, tenía un semblante divertido en su mirada, a pesar de que nunca había tenido ese rostro frente a sus ojos, era incapaz de olvidar las historias que contaba Jun sobre su ex.

— Será un placer trabajar contigo.

Observándolo de cerca también hubiera sacrificado mucho por ese hombre. Wonwoo no solo era hermoso de rostro, le sobraba la elegancia en todo aspecto hasta aquella manera tan calmada en la que se expresaba. Un traje tallado a su cuerpo luciendo diamantes en la cadena de su cuello.

Big Reputation | JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora