Nota

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Los molestos gruñidos que emite su compañera de habitación terminaron por despertarla de sus pesadillas, se sentó en la cama y miro como las sabanas de arcoíris se movían demasiado por los bruscos movimientos de la loba.

Gira su cabeza hacia la ventana para darse cuenta de que el sol aún no había salido, mira su reloj, y sonríe un poco al ver la hora, tres treinta y tres, "magnifica hora para interrumpir mis pesadillas", dejó atrás sus divagaciones al escuchar nuevamente los gruñidos.

Se levantó de su cama y caminó hasta la parte colorida de la habitación.

-Enid- Se encuentra a unos cuantos pasos de la cama de la loba, pero esta no logra escucharla, así que da un par de pasos para estar más cerca.- Enid.

Pero una vez más su intento por despertar a su compañera no funciona. Se sienta a un costado del cuerpo de la rubia y toma uno de sus hombros para sacudirla no tan sutilmente como una persona normal haría al intentar despertar a un ser considerado como un depredador y potencial máquina de asesinar.

-¡¡ENID!!- Aumentó más su voz casi al punto de gritar.

Esta vez sus esfuerzos dieron frutos, pues la loba abrió sus ojos, pero lo que Merlina no se esperaba era encontrarse con un amarillo intenso y peligroso en lugar del usual azul profundo en ellos.

La rubia, con la mirada puesta en la gótica, se sienta en su cama con un rápido reflejo, mostró sus dientes que habían crecido considerablemente y su mano, con las garras listas para atacar, se dirigió directo a la cabeza de la morena para dar un certero zarpazo.

Antes de llegar a tocar un solo cabello, detiene su mano en el aire, pero no aparta la vista salvaje de Merlina, y esta no ha movido ni un solo músculo de su cuerpo desde que la rubia abrió los ojos.

Ella tampoco podía apartar la mirada de esos ojos salvajes y deseosos de sangre, "Fascinante", fue lo único que su cabeza pudo pensar en ese momento. Decidió apartar la vista para prestar atención a las filosas garras que se encontraban a centímetros de su rostro.

Las admiro por lo que pareció una eternidad, hasta que acerca su rostro para poder sentirlas, si se moviera solo un poco, las garras de Enid podrían dejar unos rasguños profundos en ella, pero esto a Merlina la tenía sin cuidado.

La rubia no pudo evitar sus instintos y llevó la mano que tenía tan fascinada a la morena al cuello de esta, la obligó a regresar su mirada a sus ojos, y perderse en esos profundos pozos oscuros que caracterizan la mirada de la gótica.

-¿Por qué me despertaste?- La rubia aún se encuentra en su estado salvaje y su voz tiene un cierto tono autoritario.

-No dejabas de gruñir, y era molesto- La morena sentía que su concentración estaba totalmente en la mano que sostenía su cuello, solo era cuestión de que la rubia decidiera enterrar sus garras y entonces conocería los fríos brazos de la muerte.

Fue un pensamiento que la emocionaba de sobre manera, no creía que estar al borde de la muerte sería tan placentero.

-Lo siento- El estado salvaje de la rubia desapareció y volvió a su apariencia común, sus ojos vuelven a ser azules y sus colmillos regresaron a su tamaño natural, mientras que alejaba su mano del cuello de la morena.

Merlina presenció este cambio, y le pareció interesante como los colmillos volvían a la normalidad, pero aún sobresalen más que los de un normie. Quería admirarlos por más tiempo, pero el frío de la madrugada la trajo de regreso de sus fantasías.

-No lo vuelvas a hacer, a la próxima enviaré a Dedos para que te despierte con una jarra de agua fría- Se lavanda de la cama y regresa a la propia, la rubia asiente a su petición con un movimiento de cabeza, que la morena no vio por estar de espaldas.

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