CATORCE.

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Estoy completamente seguro de que estoy en una pesadilla recurrente que solo terminará con mi muerte o mi misera entera.

Resople y me crucé de brazos, completamente molesto mientras nos dirigíamos a nuestra habitación en el ascensor. Por supuesto que el estaba tranquilo, como de costumbre, pero se veía casi tan molesto como yo. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, fui el primero en salir. Abrí la puerta con mi tarjeta y entramos.

-Whoa.- ¡Esta habitación es increíble! Dejé mis maletas en la puerta y me acerque a las grandes ventanas. La vista era impresionante. Estaba tan perdido en en eso que apenas noté el sonido de un golpe seguido por algunos murmuros.

-¿Eres tan cabeza hueca que ni siquiera puedes mover tus maletas?- Rode los ojos, la magia de la vista se evaporó inmediatamente. Dándome la vuelta, lo vi pararse.

-Lo siento señor. ¿Estas herido?-El resoplo y sacudió la parte delantera de sus pantalones.

-No, estoy bien.- ¡Oh, que maravilloso! Volví a apreciar la vista, empezando por el agua azul. De pronto se me ocurrió una idea maravillosa. Si pudiera conseguir que se acerca al agua, podría "accidentalmente" empujarlo. Mi interior soltó una risa.

Problablemente puede nadar idiota. Sal de tu burbuja ¿quieres? Suspire y sacudí la cabeza. Iba a tener que ver a Christopher para una evaluación mental.

-No puedes estar allí y mirar todo el día. Tengo que asistir a una reunión y te necesito ahí.- Pasó por al lado mío, caminó al baño.

-Si, señor.- Debería haber sabido que no iba a poder disfrutar de esto.

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Nos marchamos del hotel y tomamos un taxi hacia un gran edificio. Tube que evitar explotar de risa cuando el conductor del taxi estornudó y Tom le lanzó una botella de desinfectante para manos en la cabeza. Este hombre estaba loco.

Ajuste mi corbata, que no se sentía cómoda con el calor, y lo seguí adentro. Una fila de personas lo estaba esperando, quienes asumí que eran los nuevos trabajadores. Todos bajaron la cabeza en señal de respeto. Uno de los hombres salió se la multitud, sonriendo.

-Bienvenido joven Trümper.- A pesar de que estaba hablando con él, sus ojos estaban clavados en mí. Aparte la mirada y cambié mi peso de un pie a otro.

"El joven Trümper" mantuvo sus manos en el bolsillo, y se inclinó un poco, haciendo caso omiso al apretón de manos ofreció el hombre. Hum, el loco de los gérmenes. A el no pareció importarle, luego giró y me tendió su mano.

-¿Y tu quien eres?- Me sonrió y estrechó mi mano.

-Bill Kaulitz, secretario del señor Trümper. Gracias por darnos la bienvenida.- Al menos uno de nosotros debe ser educado. El sonrió y me cogio la mano un poco más fuerte de lo necesario. Tom se aclaró la garganta y dio un paso hacia adelante.

-Al finalizar con la presentación, me gustaría un recorrido por el edificio.- El hombre se echó a reír y, finalmente, soltó mi mano. Suspire con alivio. Tenía una mano de hierro.

-Ah, casi se me olvida que eres un joven de negocios muy serio. Vamos entonces, Billy asegúrese de estar cerca.- Levanté las cejas. ¿Qué demonios, acaso parezco un niño de cinco años? Me quedé en silencio ya que era lo mejor para mí y mi trabajo, los seguí a ambos mientras el hombre nos daba un recorrido por el edificio. Era impresionantemente enorme y mucho más extravagante que la sucursal. Varias veces Tom me pidió que tomara nota, era quisquilloso hasta con las cosas más pequeñas.

Dios, es tan jodidamente exigente. Los colores son demasiado oscuros. No hay suficiente sol en esta habitación. El salón de los empleados no era suficientemente servicial. ¿Que iba a saber? ¡Ni siquiera tenemos una sala de empleados! Cuando terminamos con el recorrido, había por lo menos veinte cosas que le ordenó cambiar al hombre antes de la apertura oficial de mañana.

D̸E̸V̸I̸L̸ B̸O̸S̸S̸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora