DOCE.

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Cuando llegué a casa, por suerte estaba solo. Me quité la ropa justo en la puerta y entré al baño para tomar un largo baño agradable antes de que el lo acaparara. Después de mi baño, me puse mi pantalón de la pijama y fui a la cocina a buscar el menú para pedir pizza. Estaba a medio camino de marcar el número cuando oí que la cerradura de la puerta delantera giró seguido de un golpe. Me encogí de hombros sabiendo que Tom (no creo que sea apropiado llamarlo Sr. Trümper en mi casa siendo que ya lo vi desnudo) tenía un llave. Pensando que era Georg, me acerqué a la puerta para abrirla.

-Georg, perdiste tu...Oh, señor Trümper.- Hm, está  un poco frío el pasillo. Me hice a un lado y lo dejé entrar. Me miró durante un momento antes de aclararse la garganta.

-Olvide mi llave en el trabajo.- Asentí con la cabeza y me di media vuelta para evitar que se repita el mal uso de palabras como en esta mañana. Volví a marcar el número de la pizza y esperé a que alguien contestara. Mientras pedía mi pizza, pensé en el Sr. Rígido (¡Oh, mal juego de palabras!) y si había cenado.

-Señor Trümper, ¿quiere pizza también?- El apartó la mirada de la TV y me miró.

-Con peperoni esta bien.- Le di la orden al trabajador y colgué.

-Tu mitad serían 6 euros.- El gruñó, sin mirarme. Me encogí de hombros y me rasque el estomago. ¡Espera, no siento ropa allí! Miré hacia abajo. ¡No estoy usando una maldita camisa delante de mi jefe! Como una niña que todavía no llega a la pubertad, cubri mi pecho y corrí a la habitación para tomar una camisa.

-¡Mierda, mierda, mierda! ¡Probablemente piensa que estoy tratando de seducirlo!- Me puse la camisa por encima de mi cabeza, tirando de ella hacia abajo más de lo necesario. Tocando mis mejillas que ya estaban muy calientes, volví a la sala y me senté en la silla. Me mordí el labio cuando el no dijo nada.

Bueno, ¿qué es lo que se supone que diría estupido? "Te ves sexy, ven aquí para que te pueda follar en el respaldo del sofá". Me sonroje y me cubrí la cara con las dos manos. ¿Que estoy pensando?

-Si la pizza llega aquí antes de que termine con mi ducha, simplemente déjala en la mesa.

Se levantó y fue al baño. Pude oír la cerradura de la puerta abrirse y cerrarse un par de veces, lo que significaba que estaba revisando que estuviera bien cerrado. Estire los brazos y las piernas por todo el asiento. Justo en medio de mi patético día, mi teléfono sonó.

-Una persona muy miserable al habla.- Una carcajada fue la respuesta inmediata.

-Ay, pobre Billy.- Rode los ojos.

-Puedes empezar por sacar una varita mágica para hacer que mi jefe desaparezca.- Una varita mágica o un asesino a sueldo.

-¿Esta ahí ahora?

-Si...¿por qué?

-Porque estoy a dos minutos de tu casa y quiero conocerlo.

Seguro voy a ser despedido.

-Georg, por favor no lo hagas. Ya me he avergonzado suficiente por un día.- Y si que lo he echo.

-Demasiado tarde, estoy por entrar.- Corrí hacia la puerta, presionando la espalda en ella.

-¡No puedes! No me hagas llamar a Christopher.

-Puedes llamarlo, pero no podrá hacer nada ya que el está en casa de su madre. Abre la puerta.- Suspire y me di la vuelta para abrir la puerta. En el otro lado estaba un sonriente Georg sosteniendo una caja de cerveza.

D̸E̸V̸I̸L̸ B̸O̸S̸S̸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora