VEINTE Y UNO.

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Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que tuve un novio estable. Así que cuando desperté a la mañana siguiente, después de la confesión de Tom, y había un brazo colgando de mi cintura, me sentí un poco mareado. Un beso aterrizó en la parte de mi hombro que no estaba cubierta por mi camisa. Sonreí y di la vuelta, quedando cara a cara con un chico bastante apuesto.

-Buenos días.- Puse mi cara en su pecho cuando hablé.

-Buenos días.- El me abrazó fuerte y acarició mi cintura. Sonreí travieso y estiré intencionalmente mi pierna sobre su cadera.

-¿Es absolutamente necesario que vayamos a trabajar? Somos una pareja nueva, así que somos muy frágiles.- Sí, quería aprovecharme.

-Eso puede ser cierto, pero aún así tenemos que ir a trabajar.- Hice un puchero y me alejé de él, poniendo mis brazos sobre mi cabeza.

-Me imaginé que dirías eso. Tu horario para este día es terrible.

-¿Ya has visto mi horario?

-Si, le hice unos ajustes el mismo viernes. ¿Impresionante, cierto?- El sonrió y pasó sus dedos por mi pelo.

-Si, muy impresionante. Eres un pequeño secretario perfecto. ¿Como debería recompensarte?- Sonrei y me toqué el mentón. ¿Sexo? No, demasiado pronto.

-Hm, no lo sé. Cualquier cosa está bien para mí.- Inclinándose, besó una línea por el lado de mi cuello.

-Te haré la cena y luego podemos ver una película.- Incliné mi cabeza hacia atrás para que pudiera besar mis clavículas también.

-¿Tu cocinas?- El tarareó y llevó sus manos a mis costados.

-No muy a menudo, pero lo hago de vez en cuando. Además, no te quiero en mi cocina por el momento.- Rodé los ojos y apreté un poco su pelo para que mirara hacia mí.

-Oh, así que supongo que eso significa que tu casa está lista.- El asintió con la cabeza y me dio un beso en la mejilla antes de levantarse de la cama.

-Está lista desde la semana pasada después de que volvimos de Jeju.- Sonreí y me senté. El príncipe demonio de estaba quedando conmigo a pesar de que su casa ya estaba reparada.

-Oh, no podías soportar dejarme. Estoy muy halagado.- El no dijo nada, pero pude notar que probablemente estaba ruborizado. Me reí y caí de nuevo en la cama. ¿Quien iba a decir que los demonios podían ser tan adorables?

Salimos al trabajo y una vez que estuvimos dentro del edificio, recibimos miradas de los empleados una vez más. Fruncí el ceño y golpeé a Tom en su costado un poco.

-¿Acaso es tan extraño verte entrar con alguien?

-Si.-  ¿Eso debería hacerme sentir especial? Descarté la idea antes de que subiéramos al ascensor. Antes de que se cerrara, alguien gritó que sostuviéramos las puertas. Extendí la mano y las afirmé.

-Oh, gracias, Billy. Buenos días, señor Trümper.- Félix me sonrió y yo hice lo mismo. Tom, por supuesto, hizo su gruñido habitual.

-¿Como estuvo tu fin de semana?

-Fue increíble. ¿Quieres saber por qué fue increíble? Fue increíble gracias a ti.- Levanté una ceja.

-¿Y por qué fue increíble gracias a mi?- El sonrió y me acercó a él con su brazo.

-Pasé todo el día con Andreas. El es un bombazo en el departamento del amor, si sabes lo que quiero decir.- Susurró la última parte mientras se acercaba a mi oído. Me reí y lo golpeé en el brazo.

D̸E̸V̸I̸L̸ B̸O̸S̸S̸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora