Prólogo

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El ruido se volvió ensordecedor, los alaridos de dolor y lamentos retumbaban por todo el campo; los que entraban a ese lugar no regresaban, él lo sabía, había enviado a miles de personas, en su momento, aquellas vidas le parecían insignificantes, plaga que debía ser erradicada, ahora el destino castigaba sus pecados. Cerró los ojos, intentando escapar de su realidad, creyendo que no estaba sentado en el repugnante suelo manchado de hollín, ya no vestía aquel traje verde oliva; lleno de medallas e insignias que consiguió como homicida. Ahora vestía harapos inmundos. Aunque, su final sería devastador, se sentía agradecido de morir junto a los judíos y sin vivir una vida entera como un cobarde y repugnante General. Por lo menos, él sentía que se había redimido.

Reviviendo ese día, se vio asimismo; Consideraba que era el mejor momento de su miserable existencia. El cielo se encontraba poderosamente iluminado, los cálidos rayos de luz agobiaban su vista, la brisa era refrescante después de haber pasado tanto tiempo trabajando, incluso podía sentirla en ese mismo momento, aun cuando, en esa pequeña habitación no había corriente ni rayos, se hallaba hundido en las penumbras.

Recuerda haber estado ocupado patrullando por el gueto, estaba agotado y más importante aún, confundido, ella había cambiado su percepción en cuestión de semanas, ya no sabía cómo proceder. Sus parpados pesaban y cerraban involuntariamente, sino llegaba pronto a la casa, caería en el suelo rendido. 

Cruzó por el jardín cuando, divisó a lo lejos una conocida cabellera blanca, sentada bajo el enorme sauce que tanto amaban; Ambos habían garabateado sus iniciales en su robusta corteza, él nunca hubiera pensado en hacer algo tan infantil y ridículo pero, es que ella sacaba lo mejor de sí.

Dejó escapar una sonrisa, rememorando que, a ella le fascinaba usar vestidos, su favorito era uno blanco con detalles dorados y azules, descubierto por los hombros y espalda, luciendo como su Winterfee; Así le gustaba llamarla, para provocar ese rubor tan delicioso y esa sonrisa que tantas noches le producía desvelos, mostrando esos hoyuelos que se ocultaban en sus mejillas coloradas, haciendo juego con su pálida piel como la misma nieve. 

Él soltó una risita, enternecido al verla, su vista se había desviado a la rama de un árbol al escuchar un dulce canto, sus ojitos grisáceos se agrandaron aún más al descubrir al autor de aquel maravilloso gorjeo, un ruiseñor. Dichoso por ver la escena tan maravillosa que se formaba frente a él, se acercó lentamente a ella. La tomó por sorpresa, causando un respingo y esa risa cantarina que la caracterizaba. Sin esperar más, la cargó y colocó sobre su regazo, acurrucándola entre sus brazos, depositando dulces besos en sus carrillos, frente y finalmente sus labios rosas, que se le asemejaban a los pétalos de una peonia. -Meine süße Liebe...- Susurró con la voz acaramelada, adoraba mimarla, disfrutando del contacto y calor que emanaba su pequeño y frágil cuerpo.

Pero fue interrumpido de sus ensoñaciones, sin oportunidad a replicar, lo obligaron a ponerse de pie. Miguel sabía que era el momento, hizo lo que le pidieron y al abandonar esa habitación alzó la vista al cielo, evocando los ojos de su amada, como dos lunas plateadas que reflejaban la inmensidad del firmamento y por última vez, sus palabras fueron llevadas por él viento. - Ich liebe dich, meine Nachtigall-.

Definición

-Winterfee: Hada de invierno.

-Meine süße Liebe: Mi dulce amor.

-Ich liebe dich, meine Nachtigall: Te amo, mi Ruiseñor.

El canto de un ruiseñorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora