Un padre a toda madre [Minlix]

El lugar de siempre

Era fin de semana, y la familia Lee se encontraba decidiendo a donde salir, eran las cinco de la tarde, por lo que no había tantas opciones. Desde que Minho  se quedó solo con sus hijos, decidió que no iría a trabajar sábado y domingo, pues quería dedicar de lleno esos dos días a sus hijos; estaban en la sala, el se encontraba en el piso jugando con Minnie, mientras los otros dos pequeños estaban en el sillón.

—Vayamos a él lugar de siempre.— Sugirió Hyunjin. —Todo lo que preparan ahí es delicioso.— Sonrió recordando los postres del lugar.

—Si vayamos ahí, por favor papá, hace bastante que no vamos.— Pidió Changbin viendo al mayor de todos. —Quiero comer los ricos pasteles que hace Lix.—

—¡Cierto!— Dijo entusiasmado el mayor de los hermanos. —Desde que los abuelos se fueron, no lo hemos visto, lo
extraño.— Hizo un pequeño puchero.

—¿A quien?— Pregunto extrañado.

—Felix, el es nuestro amigo.— Contestó Changbin.

—¿Su amigo? ¿De donde lo conocen— Arruga su nariz.

—Es el dueño del lugar y también el que hace la rica comida que hacen ahí, es muy lindo y también muy amable, lo queremos mucho, hasta a Minnie le cae bien.— Mira a su padre. —Por favor, vamos ¿Si? Estoy seguro que también te agradará Lix, a ti te gusta la comida y el cocina muy bien.—

No pudo resistirse a la cara de los menores y terminó accediendo, llamó a su madre para pedirle la dirección del lugar; después de obtenerla, arreglo a sus pequeños, y salieron de su hogar rumbo a ese famoso establecimiento.

Unos minutos más tarde, llegaron por fin a "El lugar de siempre" una cafetería bastante agradable a primera vista, el local no era muy grande, pero tampoco pequeño, se veía colorido, con sus paredes blancas, adornadas con letras en colores pastel donde se leía el nombre del sitio, el menú de igual manera estaba escrito así, tenía unas macetas en la entrada y alcanzaba a ver unas más dentro, afuera habían un par de mesas; ahora entendía porque a sus hijos les gustaba, si así se veía la cafetería, ya se imaginaba como estaría lo que servían.

Ni bien entraron al lugar, sus hijos corrieron al mostrador, gritando el nombre de la persona que se encontraba detrás de este, despego su vista de los niños para dirigirla al dueño de la cafetería y quedó sin palabras; cuando Hyunjin dijo que era lindo, creyó que se refería a su personalidad, así que esperaba encontrar una persona mayor, no un joven tan bello como el que estaba frente a él, saludando a sus hijos con la sonrisa más bonita que haya visto jamás, tenía el cabello pintado de un rosa pálido, vestía un suéter del mismo color, un pantalón de mezclilla y unos tenis blancos, añadiendo que traía un delantal café, lucia tan encantador como su cafetería; sus mejillas rosadas y sus ojos brillantes que se perdían cuando sonreía, le decían que era mucho más joven que el, hermoso, esa era la palabra que había encontrado para describirlo y se quedaba corta.