PREFACIO

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Cuando era pequeña mi mamá solía arroparme antes de dormir y aprovechaba ese tiempo para contarme historias interesantes, llenas de un trasfondo místico, historias que tomaron lugar en terrenos extraños, mucho antes de mi nacimiento. Yo, pequeña e inocente, me encontraba fascinada por todas ellas, sin embargo, recuerdo que había una en especial que llamaba mi atención como si fuese el flautista de Hammelin y yo una simple niña pagando por una acción que no cometí.

Ella me contó que en un lugar más allá del horizonte, del océano y de los calurosos veranos que azotaban la tierra que yo me atrevía a llamar hogar, se irguió un reino prepotente cuyos monarcas regían con mano dura y corazón de hielo.

Estos gobernantes concibieron a dos hijas y las lenguas decían que eran tan bellas como los parajes invernales que rodeaban el castillo de piedra donde habitaban, y que, ninguna otra mujer podía comparárseles en ese aspecto.

Era un cuadro perfecto, pero nadie sabía lo que realmente ocurría detrás de las paredes del palacio.

Una crueldad morbosa y una soberbia inconmesurable.

Un día nefasto una de las hermanas cometió un error y la otra, la de cabellos rubios, tuvo que pagarlo con su sangre.

Fue encerrada en el calabozo de la torre más alta. Le sacaron los ojos y todo su cabello fue a parar a un piso mugriento, lleno de putrefacción. Fue liberada y obligada a vagar sin rumbo por senderos inhóspitos con la esperanza de que muriera de hambre.

Lo que no sabían es que ella era mucho más fuerte que eso.

No obstante, ella sobrevivió y juró sobre el cadáver ensangrentado del rey que no se detendría hasta lograr vengarse de su querida hermanita, la de ojos color cielo, Casiopeia.

















NOTA:

Después de un tiempo, todo esto cobrará sentido, lo prometo. <333

REMINISCENCIAS, ¿sabrías decir quién soy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora