PRELUDIO DE UN INICIO NECESARIO

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Lilian

Si alguna vez me hubiesen preguntado, diría que no recuerdo mucho de mi infancia.

Es como una nube borrosa que se cierne sobre mi cabeza cada vez que intento recordar. Incluso los cuentos que me contaba mamá, antes de dormir, parecen difuminados y cristalizados por hechizos etéreos lanzados a las tres de la madrugada. No puedo aferrarme a ellos de la manera en la que quiero.

No puedo recordar a mi padre y estoy olvidando a la mujer que me dio a luz.

Sin embargo, detrás de todo ese estupor aparecen memorias tan tangibles y afiladas como la hoja de un cuchillo. Una de ellas es la de este bosque.

Sé que estuve aquí a los ocho años. No sé por qué. Pero sé que fui feliz. Recuerdo a mi mamá sonriendo mientras me sujetaba la mano, diciéndome que no debía perderme por esos parajes si no las criaturas me llevarían lejos de todo lo que amaba.

¿Qué criaturas eran, mamá?

Este paisaje guarda una parte de mi corazón que ni yo he podido desenterrar, pero estoy segura de que muy pronto lo sabré.

Hace mucho tiempo, yo era alguien completamente diferente. La felicidad me envolvía y se rehusaba a dejarme ir. Ahora cuando pienso en ello parece que lo hizo para que no conociera el sufrimiento y así poderme destruir todavía más.

No tengo un epílogo, ni tampoco un prefacio.

La vida me mostró todas las sombras que la humanidad escondía detrás de gruesas cortinas de satín por su necesidad de ocultarlas. Era una niña que se vio obligada a crecer por obligación y, aún así, ellos esperaban que fuese funcional.

Ellos necesitan que sea parte de la sociedad.

Solo es cuestión de tiempo y todos los secretos saldrán a la luz.

Espero poder pisar fuerte y no derrumbarme debido a la incipiente tormenta que sé que ya está aquí.

Veamos cuánto tiempo pueden aguantar mis pulmones respirando agua sin sufrir el destino inevitable de la asfixia.

REMINISCENCIAS, ¿sabrías decir quién soy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora