Miénteme

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Violeta tuerce la cabeza hacia un lado, y en su gesto de confusión, veo una oportunidad para entregarle lo que considero mi sonrisa más seductora.

¿Funcionará? No lo sé, pero al menos intento mantener el control de la situación.

Sin embargo, en lugar de la reacción que esperaba, Violeta estalla en risas.

¿Es por mi intento de seducción o simplemente me estoy volviendo patética? La duda me invade mientras escucho su risa contagiosa por encima de la música.

Sea lo que sea que ha visto en esa mí, parece que ha sido suficiente para convencerla ya que, sin dudarlo, toma mi mano y comenzamos a bailar.

El ritmo de la música nos envuelve, creando un ambiente íntimo entre nosotras.

Al compás de "Miénteme" nos sumergimos en un baile de perreo cargado de pasión y deseo que, a priori, puede ser confundido por un baile entre amigas.

Nuestros cuerpos se mueven con fluidez, envueltos en una atmósfera de tensión.

Cada contacto entre nuestras caderas despierta una chispa dentro de mi, mientras nuestras miradas se encuentran en un juego intenso.

El ambiente se carga de una energía y, con cada roce, la conexión entre nosotras se intensifica, creando un vínculo ardiente del que me es imposible escapar.

En medio del éxtasis del momento, mis instintos toman el control y mis manos se deslizan sin restricciones, acariciando suavemente los hombros descubiertos de Violeta.

Demasiado he aguantado para hacer eso. Está espectacular con ese top palabra de honor plateado.

No puedo evitar perderme en su belleza, su piel suave bajo mis dedos, su aroma embriagador...todo en ella me cautiva y me invita a dejarme llevar.

Vuelvo a subir mis manos hacia su cuello recorriendo un camino de piel erizada.

Con su cabello entre mis dedos, siento cómo Violeta suspira, y en un movimiento suave, cambia nuestra perspectiva de baile.

Ahora está de espaldas a mí, pero nuestra conexión sigue siendo palpable. Observo cada detalle de su figura mientras mis manos exploran su suave piel, sintiendo la textura sedosa de su cabello bajo mis dedos.

Si lo que quería es estar de espaldas para poner distancia, le ha salido mal, porque este cambio de posición solo aumenta aún más la intensidad del momento.

Mientras seguimos bailando aprovecho el timing de la letra para coger de la cintura a Violeta por la parte que descubre su abdomen y la acerco más a mí y, poniendo mis labios en su oreja, le canto al oído susurrando "porfa miénteme, haz lo que tú quieras conmigo, dime que esta noche yo soy tú bebé, y mañana somos amigos".

Siento como se estremece ante mis palabras y yo estoy empezando a ser adicta a este efecto que estoy causando en Violeta, porque no puedo parar.

Decidida a continuar mi misión de explorar cada rincón de su piel, no pierdo el ritmo ni la determinación pero, justo cuando mi boca roza su cuello, Violeta se aleja.

"¡Mezclamos el tequila con cerveza!" grita rompiendo con sus palabras el hechizo del momento y recordándome que estamos rodeadas de todos nuestros compañeros.

Creo que no hemos desentonado mucho del grupo porque todos están bailando de la misma manera, como si estuvieran desatados.

Pero lo que no pasa desapercibida es mi cara de desconcierto, al menos para la pelirroja que ha roto todo lo que acababa de construir como una hormiguita.

"Kiki, que lo decía por la canción que dice mezclamos el tequila con cerveza, y quiero otra ronda, se me ha acabado el cubata" me dice Violeta, pero su explicación no me engaña, no logra ocultar el ligero nerviosismo que percibo en su tono y la evasiva mirada.

Lejos de echarme para atrás, su comportamiento me impulsa a seguir con lo que estaba haciendo.

Me levanto las gafas de sol, que hasta entonces había llevado puestas y le digo "Vamos a por unos chupitos then" le propongo siguiendo su mentira clavando mis ojos en ella.

"Chicos, ¿os apuntáis alguno?" pregunta Violeta en un intento por no quedarse sola conmigo de nuevo, pero los demás niegan con la cabeza.

Ante la negativa, a Violeta no le queda más remedio que comenzar a andar camino a la barra. Me agarra la mano con determinación para no perdernos en el bullicio de la discoteca, y en lo que parece unos minutos interminables llegamos allí.

Encontramos un hueco en la barra y una camarera rubia de ojos verdes se acerca a nosotras.

"Dos chupitos de tequila" le digo y mientras está echando los chupitos y poniendo las rodajas de limones, no sé si es por el efecto del alcohol, pero no puedo apartar mis ojos de ella.

"Toma, el babero" me dice Violeta en tono irritado rompiendo mi círculo de pensamientos.

¿Y ahora qué le pasa? pienso mientras le frunzo el ceño, pero no me da tiempo a pensar nada más porque veo que la camarera ha terminado de ponernos los chupitos y me preparo para pagar con el móvil.

"No, invita la casa" me dice sonriendo guiñándome el ojo.

Intento que acepte una vez más el pago y, como finalmente veo que no va a ceder, se me ocurre una solución.

"Bebe al menos con nosotras em..." le digo porque no sé cómo se llama.

"Julieta" me señala ella.

"Bebe con nosotras Julieta" rectifico.

Y ella saca un vaso de chupito más, lo llena y nos preparamos para el ritual del tequila.

Me lamo parte del dorsal de mi mano derecha, justo debajo del pulgar para que la sal se quede más pegada, tal y como lo está haciendo Julieta, a la que no puedo parar de mirar.

Cuando termino le voy a pasar el salero a Violeta, con tan mala suerte que sin querer se nos cae el al suelo, derramándose por todos lados.

"Lo siento, lo siento...joder soy idiota" me maldigo porque ahora he quedado a Violeta sin sal aunque, siendo justos, ella tampoco ha estado muy rápida de reflejos.

De hecho, es como si lo hubiera dejado caer a propósito.

"Esperad, que traigo otr- estaba diciendo Julieta cuando Vivi le interrumpe.

"No te preocupes, no pasa nada" dice sonriendo, pero su tono de voz no concuerda con esa sonrisa.

"Bueno" intenta calmar la situación Julieta "brindamos por algo ¿no?" propone entusiasmada "por los comienzos" dice alzando el vaso de chupito hacia nosotras, pero mirándome a mí.

"Y por los finales "añade Violeta y se puede decir que no he estado más confundida en mi vida.

A pesar de ello me resigno a entender lo que está pasando en este momento y procedo a tomar la sal de mi mano. Pero, al parecer, Violeta tiene otros planes.

Con un gesto dominante y firme me agarra el brazo derecho y acerca su boca hacia el lugar dónde he depositado la sal.

Lo que hace después contrasta totalmente con esa efusividad porque, sin apartar la mirada de mis ojos, desliza su lengua con suavidad por el dorso, enviando una corriente de electricidad por todo mi cuerpo y dejando un rastro húmedo y cálido por su paso, y no solo por mi mano.

Para terminar, culmina el acto con un beso donde queda grabado el labial que lleva y se bebe todo el contenido del chupito colocándose una rodaja de limón en la boca.

Yo, en este punto, no sé ni dónde me encuentro.

Se me ha olvidado la camarera, cuál era mi misión y que supuestamente debería estar un poco enfadada con Violeta por lo que acaba de hacer; porque solo me puedo centrar en sus labios acariciando esa rodaja de limón.

Sin decir una palabra, soy yo ahora la que tomo su mano con firmeza y la guío hacia el baño escuchando, a cada paso, como se acelera el sonido de mi corazón.

For the hope of it allDonde viven las historias. Descúbrelo ahora