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ESTABAMOS EN CLASES de latín y sinceramente, estaba muy aburrida. No logro conectar con esta materia por lo que nunca en mi vida he logrado sacarme más de 15 puntos en latín. Pero en las otras materias era distinto; lograba buenas calificaciones, así que no me esforzaba tanto en latín ya que con mis otras calificaciones, sabría que pasaría de grado.

Aún que debo mejorar mis calificaciones, ya que si quiero sacar un título debo practicar el latín, al parecer, es algo importante para poder obtener un cupo en la universidad.

Ahora mismo no me preocuparía de eso, tengo dos años más para poder mejorar.

El profesor se encontraba hablando con Annick—ya que le había pedido conjugar una palabra rara. La verdad no me interesaba escuchar lo que sea que esté diciendo, al fin y al cabo, no lo entendería. Así que decidí poner atención a otras cosas que estaban en la sala. Mientras Annick hablaba escuché murmullos atrás mío, por lo que volteo levemente la cabeza en busca de saber quien está generando ese ruido.

Cuando volteo la cabeza veo a un chico castaño con lentes escribiendo o dibujando en una hoja, mientras su amigo que estaba al frente lo miraba con burla.

Logro escuchar que menciona “Pichon” mientras se lo pasa a un chico de la fila en la que yo estaba sentada. Devuelvo mi mirada al chico que inicio esa cadena de pasar la hoja. Veo que sonríe satisfecho al ver que se siguen pasando lo que sea que haya dibujado, hasta que llega a un chico de cabello ondulado y camisa naranja.

Antes de que pudiera abrirlo, el profesor interrumpe a Annick para llamarles la atención.

—Deme eso.—dijo extendiendo su mano para que se lo entregara.

El chico sin entender nada se para y le entrega el papel.

En resumen, el chico se defendió diciendo que no era él, sin delatar a sus compañeros, pero el profesor empezó a decir cosas que no iban al caso. El chico ya con vergüenza baja la cabeza ante la humillación del mayor.

Miro hacia atrás—dónde estaba el realmente culpable—ese chico estaba ahogando una risa. Dios, me dan unas ganas de reclamar y decirle de todo.

Él al sentir mi mirada, me mira también.

Empezamos a mirarnos fijamente, sin mostrar ni una emoción. Estuvimos así por unos segundos hasta que se le forma una ligera sonrisa, casi invisible, en los labios mientras levanta sus hombros levemente para fingir cero culpa.

Me da cierta irritación verlo hacer eso, así que decido romper el contacto visual poniendo una mala cara y así poder volterame hacia al frente, dónde aún el profesor le sacaba en cara una beca al chico.

—¡Él no lo hizo!—escucho decir a alguien haciendo que me voltee rápidamente hacia una de las chicas.

Se había parado de su lugar para poner sus palmas de las manos en la mesa en forma de protesta. Tenía unas trenzas amarradas en su cabello castaño claro.

El profesor le empieza a hablar sobre sus privilegios por ser sobrina del intendente. La chica el escuchar eso empieza a bajar los hombros al igual que su mirada. Finalmente los hace ir a la oficina de su tío, diciendo que él les pondrá el castigo.

Los dos salieron del salón mientras el profesor rompía la hoja.

—No quiero ver este tipo de interrupciones en mi clase.—dice apuntandonos—Continuemos.

Siguió la clase igual de aburrida. Necesitaba tomar aire, por lo que levanté la mano para ir al baño.

El profesor no sé si no me ha visto o no me quiere dar la palabra, pero pareciera que me esta ignorando. Aún así sigo levantando la mano.

𝗔 𝗟𝗜𝗧𝗧𝗟𝗘 𝗗𝗘𝗔𝗧𝗛 | Joseph Descamps Donde viven las historias. Descúbrelo ahora