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SONÓ EL TIMBRE dando por finalizada la última clase haciendo que nos preparemos para salir al receso.

Estaba esperando a que todos salieran, ya que, al parecer, todos compartíamos las ansias de salir del salón y poder descansar un poco de las seguidas clases que habíamos aguantado.

Mientras guardaba los cuadernos de las clases pasadas, veo que una sombra se posa al frente mío. Se me hizo un tanto extraño ya que hace unos minutos atrás deje de escuchar voces y murmullos en el salón, por lo que supuse que se habían ido todos, pero parece que no.

Levanto mi cabeza para poder ver de quién se trataba.

Joseph.

Al ver que es él, decido continuar lo que estaba haciendo, ignorandolo.

Pensé que eso le daría una invitación de que se fuera. De que no quería hablar con él, pero al parecer su cabeza no logra entender que no lo quiero cerca.

—¿Se te perdió algo?—pregunto desinteresada.

—A mi no, pero a ti en la clase de latín si.—dice mientras se dirige hacia la mesa que estaba en la otra fila, para asi sacar una silla que al tenerla, la voltea para sentarse.

Levanto la mirada un tanto curiosa.

—Creo que te estás confundiendo—continuo guardando un par de cosas que quedaban en el mesón.

Se ríe —¿Yo?

Lo miro como si fuera un niño pequeño que no entiende nada de lo que le dicen.

—Si tú.—digo con gracia.

Bufá y luego se acerca hacia mí

—¿Yo soy el confundido o eres tú? porque hace unos minutos atrás dijiste que no te caigo bien, pero luego no me quitaste la mirada de encima.—dice al encuentro que tuvieron nuestras miradas hace un rato.

Suspiró—¿Yo no te quito la mirada de encima?—pregunto apuntandome tal y como él lo hizo, mientras sonrió con ironía.

Él asiente.

—Yo soy la que tiene siempre tu mirada quemando mi cabeza—digo mientras dejo mi libro en el mesón un tanto impaciente al tener que conversar de esto.

—No lo niego.—dice levantando las cejas mientras sonríe de lado.

Rodo los ojos para luego levantarme para dirigirme a la puerta del salón. Escucho que acomoda la silla rápidamente para luego verlo a mi lado.

Estábamos caminando en el pasillo, en el que anteriormente habíamos compartido nuestras primeras interacciones, solamente que está vez nos dirigíamos hacia la escalera.

—Quiero que me dejes en paz. Y que dejes de hacer creer que paso algo.—digo dándole una mirada de reojo.

—¿Qué pasó algo?—dice preguntando como si no supiera de que estaba hablando.

—No te hagas él que no sabe, Descamps.

Me mira como si le estuviera contando un chiste malo.

𝗔 𝗟𝗜𝗧𝗧𝗟𝗘 𝗗𝗘𝗔𝗧𝗛 | Joseph Descamps Donde viven las historias. Descúbrelo ahora