36| La llamada

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Siendo sincera, lo que restaba de la mañana fue una mierda

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Siendo sincera, lo que restaba de la mañana fue una mierda. Después de la discusión acompañé a Nathan hasta la fila de la cafetería, y me obligó a tomarme al menos un jugo de manzana. Al mismo tiempo trataba de no cruzar caminos, ni con Reni, ni con... Marco.

Y en cuanto a Luka...

—¡Hasta que te encuentro! —exclama abrazándome por detrás. Pero debido a su peso y altura casi nos caemos hacía delante.

—No te le pegues tanto, le vas a contagiar sarna —dice Nathan, y Luka sonríe de forma cínica.

—Mira como le contagio.

Entonces empieza a besarme en todo el rostro mientras yo río y siento como me empieza a arder la cara. No sé si de la vergüenza o de lo mucho que me gusta que lo haga.

—Ya para —le digo sonriendo.

¡Nooo!

Sí, hay gente viendo.

Que vean que te quiere solo a ti...

—Entonces dame uno tú.

Las mejillas ya no me arden, ahora me queman. ¡¿Me está diciendo esto frente a todos a la salida del instituto?!

—Es demasiado, esto genera diabetes tipo tres —se queja Nathan haciendo una mueca—. Te espero en el auto.

Mientras tanto yo lucho por zafarme del abrazo de Luka. Me siento feliz, me gusta esto... O al menos me gustaba hasta que noto la mirada de algunas personas sobre nosotros. Y de pronto es como si también pudiera oír sus murmullos.

—Hay gente viendo... —digo en voz baja, sintiendo como mis manos empiezan a sudar un poco.

—¿Está mirando Theo?

Imbécil.

Entonces le doy un codazo que llega a su abdomen, obviamente no le duele, pero él finge que si y me suelta. Tranquila Emma, tranquila...

E' uno scherzo, non sono serio.

—Sabes que no entiendo cuando hablas italiano.

—Deberías.

—¿Por?

Entonces me da un beso rápido en la oreja, uno que deja un pequeño zumbido en esta. Rápidamente intento darle un zape, pero él me esquiva mientras sonríe.

—Ya idiota, ¿qué te sucede? —pregunto, devolviéndole la sonrisa cuando se para frente a mí.

—Soltaste mi mano cuando entramos al aula.

—¿Se supone que esto es un berrinche?

Él asiente con la cabeza, y una sonrisa inocente.

—Estás un poco grande para hacer berrinches.

Qué Asco El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora