Jamás había estado tan incómoda. Se distraía pasando los dedos suavemente por las líneas coloridas de la mesa de nácar, fingiendo lo mejor que podía que Ceto no la estaba apuñalando con una mirada severa.
Kay Lir, no parecía consiente de esto... Estaba demasiado feliz presumiéndole su nueva esposa a sus amigos, los gobernantes de las corrientes y arrecifes vecinos.
- Marela tiene una voz impresionante - Dijo, mientras la tomaba de la mano. Ella intentó sonreírle - Escuché su canto solo una vez y me quedé perplejo ante tanta perfeccion
- No seas ridículo, hijo - Ceto pincho lo que fuera que estuviera comiendo mientras hablaba - Las sirenas son las que atraen con su canto y belleza - levantó la mirada para fijarla en la de Marela - No las focas.
El Rey le besó la mano a Marela antes de mirarla fijamente
- Ni diez mil sirenas pueden compararse contigo, pequeña reina
No pudo más que ruborizarse furiosamentei
-¡Por Dios santo, Ceto! - Intervino uno de los invitados más viejos, pero más carismático - Que sea una foca no le resta encanto y belleza - se dirigió entonces a Marela - Si su voz es tan hermosa como su rostro, mi adorada reina, entiendo perfectamente porque nuestro rey se enamoró tan profundamente.
Los invitados en la mesa procedieron a asentir con la cabeza y a repartir halagos sobre su cabello, sus pecas, su piel moteada, sus brillantes ojos y su personalidad
- Son todos muy amables. Gracias.
No supo por qué, pero buscó cruzar miradas con lady Ceto. Seguía furiosa.
- La reina anterior, era amada y honrada por todos nosotros - dijo una morsa mientras movía sus bigotes exageradamente -La llamábamos la estrella de Aldebaran - Marela no supo si debía decir algo, pero por primera vez, vio la cara de Ceto relajarse... Tanto que incluso parecía triste.
- Escuché... - Comenzó dubitativa, pero se dio valor a sí misma- Que su hija fue una reina muy ejemplar, lady Ceto. Que Aldebaran no tuvo nunca una mejor reina.
Kay Lir frunció el entrecejo, no sabía muy bien si Marela lo decía para agradar a Ceto o simplemente buscaba ser amable... En realidad, parecía estarse disculpando.
- Es así- respondió la mujer, nuevamente con gesto frío... Pero voz amable.
- Lamento mucho su pérdida.
Cero la miró un momento que le pareció eterno, solo para responde
- Gracias.
- ¡Bueno, bueno, bueno! - Dijo otra morsa limpiándose los colmillos - Agua pasada hay que dejarla fluir. La muerte es algo natural que nos espera a todos, no debemos sentirnos apenados por ello, propongo en cambio brindar por la difunta reina.
- Por la estrella de Aldebaran - corearon todos mientras levantaban una diminuta copa de plata con un líquido rosa adentro
- Ten cuidado - le susurró Kay Lir - Es un poco fuerte. Mejor no lo bebas todo.
Marela asintió. No tenía ganas de beber, pero tenía menos ganas de ser grosera, así que dio un pequeño sorbo para honrar el brindis.
- ¿Qué les parece si ahora brindamos por la nueva estrella de Aldebaran?
El ambiente se puso tenso. A lady Ceto se le desencajó el rostro y Marela pudo sentir el golpe en su pecho como si la apuñalaran. No lo habían dicho con mala intención, pero era insensible e irrespetuoso llamarla "nueva estrella" cuando su reina había sido por mucho tiempo la única.
Su mirada cayó sobre la atargati de cabello blanco. Por alguna razón, podía sentir su dolor, podía empatizar muy bien con ella... Era consciente de lo horrible que debía ser pasar por esto.
Los invitados seguían hablando alegremente, pero un comentario sobresalió de todos los demás.
- La reina Nerida fue nuestra estrella por muchos años. Consideró apropiado y sobre todo respetuoso, mantener ese apodo exclusivo para ella.
El tritón que había hablado con voz de trueno, recibió una mirada amable de Kay Lir y una fulminante de Ceto. Era obvio... Había estado enamorado de la difunta reina.
- Estoy de acuerdo - respondió Marela velozmente... Una vez más, sin pensar en las consecuencias. Ceto le dedicó una mirada que no supo cómo interpretar ¿creía la mujer que lo había dicho como un reproche? En realidad trataba de ser lo más respetuosa posible con el recuerdo de su hija. No quería ser la nueva estrella de Aldebaran... Vaya, ella ni siquiera había pedido ser la reina.
- Nerida y Marela tienen algo en común - Dijo el rey con voz suave - Ambas son reinas amadas por su pueblo y extraordinarios seres que tuvimos la fortuna de encontrar en nuestra vida.
Mi hija si - Escucho murmurar a Ceto y no pudo evitar apretar los dientes.
- Fue el pueblo quien le dio el apodo a Nerida, como estrella de Aldebaran - se giró en su imponente silla para tomar las manos de la selkie - Es el derecho del pueblo nombrarte a ti también... Pero me gustaría, con la venia del representante de mi gente, ser yo, quien te otorgue el apodo real - un acuante más joven de lo que ella esperaba asintió a la "petición" del rey.
- Desde el principio de los tiempos, el pueblo a asignado un apodo real para dirigirse a nuestra reina con cariño. Sin embargo, Marela de Riberand, es la primera reina elegida por el corazón de un rey... Es derecho del rey, nombrarla.
Kay Lir parecía más que complacido con la respuesta del representante. A Ceto no quiso ni mirarla.
- Mi cielo - Kay Lir la miraba con suma dulzura - Es un honor para mi, darte el apodo real, con el que tu pueblo y todos a lo largo y ancho del océano, van a reconocerte.
Marela se puso derecha, porque, aunque era algo incómodo tener a todas esas personas mirándola, sentía que estaba recibiendo algo muy valioso.
Kay Lir la observó por un momento, como si se estuviera dejando inundar por las emociones que ella le provocaba.
- Mi pequeña reina - Marela parpadea un par de veces, dedicándole una sonrisa discreta - En cada latido de mi corazón, siento la melodía de las olas danzando al compás de mi amor por ti, en tus ojos descubro el misterio de las profundidades, y en tu risa, encuentro la chispa que enciende la felicidad en mi alma... Eres la esencia misma de la vida marina que fluye en mis venas, y mi amor por ti es tan vasto como el horizonte que se extiende hasta donde la mirada alcanza. Si yo soy el mar, entonces tú eres mi corazón. Es mi placer nombrarte, Marela de Riverand, reina de Aldebaran... El corazón del mar.
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