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TAEMIN

No hay nada como despertarse junto a MinHo después de una larga noche juntos. Me duelen los músculos y me pesa el pecho. Ojalá pudiera ser así siempre.

Me acurruco a su lado, con esa sensación familiar de querer arrastrarme bajo su piel y vivir allí. Él lo es todo para mí, y realmente desearía que nunca hubiera sacado a relucir su ridícula regla de no hablar de sentimientos, porque quiero hablar. Quiero decírselo.

En cambio, aprieto más mi cara contra su costado.

Empieza a removerse y me siento un poco culpable por haberlo despertado, pero cuando abre esos ojos oscuros adormecidos, no hay lugar para nada más que para la felicidad.

—Buenos días, sexy —le digo.

El susurra y sus brazos me rodean. —Maldita sea,  he echado de menos esto.

Yo también, yo también, yo también, maldita sea.

Despertar aquí, mirar su cara, que es exactamente igual a la que tenía cuando nos conocimos, sólo que más madura y con más líneas de expresión, es lo que consolida la decisión que he estado tomando desde hace tiempo.

Me encanta mi vida. Me encanta tener la libertad de viajar y experimentar cosas que la mayoría de la gente no soñaría en su vida. La semana pasada, por ejemplo, dejé Ban Muong Pon y las cascadas escondidas allí para ir a nadar con las tortugas en la playa de Laniakea. Es increíble. Y no soy alguien que se deprima por estar solo, porque la mayor parte del tiempo es tranquilo, y cuando no lo es, nunca tengo problemas para encontrar compañía.

Pero nadie se compara con MinHo.

Quizás soy una de esas almas soñadoras que siempre estarán obsesionadas con su primer amor. El hombre que me quitó la virginidad y me hizo sentir especial antes de que me diera cuenta por mí mismo.

Pero lo dudo.

Cuando estoy con él, nunca necesito estar en otro sitio. Nunca me siento apurado o desplazado, y aunque nunca hemos dicho las palabras, estoy seguro de que él siente lo mismo. Hay una especie de confianza perezosa cuando estamos juntos.

Un acuerdo tácito de que es aquí donde debemos estar.

Se estira y la manta se desliza un poco hacia abajo para revelar su musculoso pecho. —Tenemos un día muy largo por delante.

—¿Qué has planeado para la despedida de soltero?

—Esquiar, hacer snowboard, y luego he hecho que el hotel convierta su zona de bar en un mini casino para esta noche.

—¿Qué va a hacer Ningning?

—Un día de spa o algo así.

Medito. —No estoy seguro de a qué prefiero ir.

MinHo me sorprende dándome la vuelta y apretándome contra el colchón. —Sólo tenemos el fin de semana, así que estarás donde yo esté. Voy a necesitar todos los momentos para llegar hasta esta noche.

—Cualquiera pensaría que me echas de menos. —Paso mi mano por su salvaje y espeso cabello y observo cómo va a responder.

Pero algo le hace detenerse. Deja caer un rápido beso en mi clavícula. —Será mejor que te asegures de ocultar eso.

No tiene que ser específico. Si hay un hombre al que le gusta cubrirme con sus marcas, ese es MinHo. Después de nuestros momentos juntos, siempre camino con un mapa de chupetones sobre mi piel.

—Bueno, menos mal que has puesto este en un sitio donde pueda esconderlo.

MinHo me dedica una sonrisa descarada antes de levantarse de la cama. —Es hora de irse. Seguro que Jinki se preguntará dónde estás.

AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora