—MinHo, no seas ridículo.

—Te prohíbo moverte mucho. De hecho, sería mucho mejor que no dejaras las cama para nada.

—¿Me prohíbes? ¿Te estás escuchando? ¡Dile que está siendo ridículo, Kibum! —TaeMin miró a su sirviente en busca de apoyo.

—Me temo que no puedo, Mi Señor.

—¿Porque él es el Rey Supremo? —dijo TaeMin malhumorado.

—Porque tiene razón. No es habitual que los hombres estén embarazados. El último nacimiento exitoso del que he oído hablar fue hace siete años. Y, aun así, el portador del niño tuvo complicaciones durante el parto.

—¿Ves? —MinHo arqueó una ceja hacia TaeMin—. Tengo razón.

—Sí, sí, parece que siempre la tienes —TaeMin le sacó la lengua y Kibum ahogó una sonrisa.

—Kibum, déjanos. Aparentemente necesito enseñarle a alguien quién es el Rey Supremo aquí —dijo MinHo con un falso tono enojado.

—Sí, Su Majestad —Kibum sonrió dejándolos solos.

—¡Oh! ¿Ahora tienes que enseñarme una lección? —preguntó TaeMin.

—Sí, nunca aprendes —MinHo se acercó a la cama donde TaeMin estaba cómodamente recostado debajo del cobertor.

—¿Quizás nunca me enseñaste correctamente? —provocó TaeMin.

—¿En serio? —rió suavemente MinHo antes de sentarse en la cama y depositar un suave beso en su frente—. Tal vez debería hacerte recordar —Presionó un beso en los labios de TaeMin separándolos dejando su lengua deslizarse dentro.

TaeMin gimió de placer agarrando las solapas de la bata de MinHo para acercarlo. Cuando el beso cambió de suave a urgente, MinHo se apartó suavemente.

—¿MinHo? —TaeMin abrió los ojos.

MinHo lo miró, con los labios enrojecidos y los ojos dilatados, sólo quería acostarlo en la cama y hacerle el amor. Pero se contuvo —Estás esperando un hijo.

—Sí, lo sé. Me despierto con malestar y mi estómago está creciendo —TaeMin bajó su mirada hacia la pequeña hinchazón en su vientre acariciándola suavemente.

MinHo bajó su mirada al lugar dónde la mano de TaeMin descansaba y sintió su corazón encogerse por la visión. Acarició el estómago de TaeMin con reverencia y lo miró a los ojos. —Nuestro bebé.

—Sí, MinHo, nuestro bebé —sonrió devolviéndole el beso, pero MinHo lo alejó otra vez—. MinHo, ¿qué pasa?

—No creo que debamos hacer el amor. Eso... podría perjudicar al bebé —MinHo parecía miserable.

—No, no. Le pregunté al médico. Está todo bien, siempre y cuando no planees lanzarme contra la pared o algo por el estilo. Aunque no me opondría si no estuviera esperando un niño ―murmuró haciendo círculos en los muslos de MinHo.

—Aun así, creo que no debemos... —respondió MinHo sin entusiasmo, su pene endureciéndose bajo los dedos de TaeMin que acariciaban la parte interna de sus muslos.

—¿Parezco frágil? —TaeMin lo miró tímidamente deslizando las manos debajo de la bata de MinHo, pasando el pulgar por la ranura de su pene.

MinHo jadeó antes de gemir —Maldición TaeMin, no me tientes.

—¿Estás tentado? —dijo maliciosamente mientras acariciaba toda su longitud desde la base, apretando suavemente los testículos. De repente, MinHo se encontró acostado de espaldas con él montando sus caderas.

AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora