1. Orquídeas Padishá

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Estaba apresurado, normalmente para él no era un problema llegar tarde a clases. Disfrutaba más estudiar por su cuenta que escuchar las palabras aburridas y sin sentido de sus profesores. Los libros eran más eficaces. Confiaba más en ellos que en el criterio de un viejo.

Respiró profundo, era el primer día de clases. Alhaitham continuaba siendo un adolescente, había leído hasta tarde y por ende le costó demasiado despertarse. Entró intentando no llamar demasiado la atención, a su profesor le dio igual para su suerte y pudo tomar asiento al final del aula.

Sacó un libro de su bolso, otro más sobre la antigua escritura del Rey Deshret. La voz del profesor se escuchaba lejana, sus sentidos no estaban puestos en la materia que estaba impartiendo. No estaba concentrado, se sentía un poco cansado. Dejó que el tiempo pasara hasta que llegó la hora del descanso para pasar al siguiente curso.

Recogió sus cosas con lentitud y salió del aula, caminó hasta la Casa de la Daena en donde buscó alguna mesa que estuviera lo suficientemente alejada de otros grupos de estudiantes. Quería sumergirse en sus libros y no quería saber nada de nadie, aún tenía tiempo para preocuparse por sus proyectos.

Suspiró, abrió el primer libro y apoyó su mejilla sobre el dorso de su mano. Empezó a leer pacientemente. Su concentración para hacer cosas que le gustaban era envidiable y hasta cierto punto pensó que nadie podría romperlo hasta que pasó.

Una flor de color rosa cayó cerca de él, extrañamente haciéndolo sentir atraído. Alzó la cabeza y estiró la mano para tomarla, luego la giró para buscar la razón de que eso sucediera.

Encontró al culpable más rápido de lo pensado, sus ojos turquesa se posicionaron sobre él con curiosidad. Cabello rubio amarrado en una trenza y con flores que la decoraban, ojos carmín, pestañas largas y manos cubiertas con guantes para dibujo. Detalló sus movimientos, lo vió dejar un cuaderno de dibujo y sacó un lapiz de su bolso.

Apretó sus labios y la flor en sus manos, volvió a la lectura ignorando al extraño que estaba a un par de metros de él.

En los siguientes días, su presencia se hizo costumbre. Supuso que estaba en el darshan de tecnología, no le molestaba en lo absoluto, también era silencioso aunque el sonido del Lápiz sobre la hoja de dibujo a veces le alteraba los nervios.

No conocía su nombre, ni su edad, no sabía nada de él. Tampoco tenía intenciones de hablarle, pero siempre era sorprendido por algún pétalo o una flor completa. Después se percató que no sólo caían en la mesa, si no que, literalmente el chico dejaba un camino de flores por donde sea que pasara. No era exagerado, pero se refería a que siempre caían algunas con cada paso que daba.

Se preguntaba de donde sacaba tantas flores para decorar su cabello.

-¿Estás esperando a que algún sabio te llame la atención por ensuciar el suelo? -Preguntó de la nada. El sonido del lapiz se detuvo-. Todos mis libros están llenos de flores.

Escuchó un resoplo.

-Lo siento -No alzó la cabeza y continuó dibujando. Alhaitham parpadeó y en ese lapso, no supo si fue su imaginación, pero una flor completa creció en su cabello.

Frunció un poco el ceño y apretó sus ojos, creyó que el cansancio le estaba pasando una mala jugada. El rubio terminó su dibujo y recogió las cosas para retirarse. Lo tomo como una oportunidad para inspeccionar el lugar donde estaba sentado.

Y pudo verlas.

Las hermosas flores en el suelo y algunos pétalos en la mesa. Se agachó y las tomó con cuidado.

Si fueran sólo para su cabello, no tendrían porque ser demasiadas.

De nuevo, lo dejó pasar.

La época de proyectos y exámenes los alcanzó, en esos días el chico rubio no volvió a hacer acto de presencia. No quiso darle importancia, pero aunque fuera tonto, se había acostumbrado a su suave presencia y al sonido del lápiz. Creyó que al ser una época pesada, estaría ocupado en eso.

God of flowers || HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora