5. Hojas secas

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El sol empezó a asomarse, a aclarar la ciudad de sumeru, sus bosques y sus desiertos. El calor aumentó un poco, al igual que la energía y entonces todas las tiendas empezaron a abrir.

Alhaitham parpadeó, un rayito estaba causándole molestias ya que no habían cerrado bien la cortina. Tenía un pequeño dolor de cabeza, pero era soportable.
Soltó un pequeño quejido y se volteó para volver a dormir, pero su memoria falló por un momento.
Somnoliento, pudo reconocer la cabellera rubia a su lado, se sonrojó furiosamente y se sentó rápidamente. No recordaba mucho de lo que había pasado la noche anterior.

El sueño abandonó su cuerpo y observó detenidamente a Kaveh. Estaba vestido, sólo despeinado y con el maquillaje corrido. Suspiró aliviado. Recordó que se habían besado, que habían regresado a la fiesta, pero luego de eso era borroso.
Se dejó caer de nuevo en la cama y puso su brazo sobre sus ojos para calmar el ligero bochorno que sintió.

El movimiento por parte del rubio llamó su atención luego de un rato, al fin se había despertado y no lucía muy bien. La resaca le estaba pasando factura. Lo observó un momento y luego separó sus labios para finalmente decir algo.

—¿Te sientes bien?

—Sí, solo me duele un poco la cabeza.

Él caminó hacia al baño que había en su habitación. Kaveh apreciaba su privacidad y compartir con los demás estudiantes de arquitectura era a veces difícil para él. No los odiaba, no era una persona apática, pero prefería tener que salir lo menos posible de su habitación cuando tenía que trabajar.

Se lavó la cara y volvió a la cama con una expresión somnolienta. Estaba cansado, era fin de semana pero aún tenía mucho en que trabajar. El proyecto de su tesis no salía de su mente y tampoco el hombre que tenía a su lado.

—¿Recuerdas lo que pasó ayer?

Alhaitham se sonrojó ligeramente. Nunca lo olvidaría ni aunque estuviera bajo el efecto de mil sustancias distintas. Ahora su amigo sabía lo que sentía por él y no era algo triste ni preocupante porque también pudo darse cuenta de que era correspondido.

Inhaló y tomó asiento también en la cama para quedar frente al rubio. Acarició su cabello que ahora era más corto que cuando eran adolescentes y con capas rebeldes.

—Sí lo recuerdo.

—¿Qué piensas sobre eso?

Apretó sus labios y jugó con sus propias manos, su mirada rojiza no podía sostenerse más. En cambio el menor estaba sonriendo como un tonto, nunca se había sentido así. Había algo especial dentro de su piel que le provocaba un escalofrío.

—¿Tenemos que hablar de eso cuando me vengo levantando? —Bromeó. Una preciosa sonrisa se formó en su boca.

—Si no quieres podemos dejarlo, no tengo ningún problema con eso.

—Era una broma, Haitham —Suspiró—. En realidad tuve que pensarlo demasiado, ya sabes, no estaba seguro. Probablemente desde el día que nos conocimos.. no había dejado de pensar en ti.

—Yo apenas lo confirmé —Le dijo con mucha sinceridad—. Si tenía un sentimiento extraño pero no sabía de que se trataba.. no sabía que quería besarte.. hasta ayer.

Sus dedos finalmente soltaron el cabello que empezó a expulsar flores y pétalos a lo loco, la cara del rubio era rojo tomate. Tocó la piel enrojecida con cuidado y así se deslizó hasta tomar su cintura.

—Jamás pensé que te vería en una situación así, siempre eres tan serio y tan correcto —Se rió—. Ahora estas sonrojado.

Alhaitham chasqueó la lengua, estaba ansioso por besarlo de nuevo y así lo hizo. Nunca le había dado tanta importancia a las cosas que pasaban en su vida, siempre pensó que simplemente eran cosas triviales, cosas que le tienen que pasar a todos. Pero cuando tocaba esos labios, por alguna razón crecía esa sensación de suerte. De haber hecho algo bien.

God of flowers || HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora