Capitulo 3

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POV. Viridiana

Mi turno había empezado, nada fuera de lo común. Hoy había sido un día tranquilo, sin muchos clientes.

Me dedique a hacer mi labor.

Aunque mi cabeza solo pensaba en Diego, era lo que proyectaba. El y yo comiendo juntos, riendo y disfrutando.

El día se paso volando, cuando menos lo esperaba ya había llegado a la noche. Los clientes dejaron de llegar y mis compañeros terminaron su turno.

Cómo de costumbre me quedé un rato más ordenando el café y limpiando. De pronto, volví a sonar la campanilla.

Al darme la vuelta lo vi a él. De nuevo estaba aquí, se había quedado parado justo frente a la puerta con una sonrisa en su rostro.

Una sonrisa tambien se formo en mi rostro, deje inmediatamente lo que estaba haciendo y me concentre en él.

-Quise pasar a verte-. Habló el primero.

-Me parece perfecto, ¿vas a ordenar algo?

-No, nada. Solo vine a hacerte compañía-. Tomo asiento en una pequeña mesa.

-Bien, me falta poco.

-Tal vez pueda llevarte a tu casa.

-Muchas gracias-. Grite desde la cocina.

Este hombre estaba siendo un ángel. Quedarme sola aquí por las noches me daba miedo pero al estar aquí con el me sentía más segura, además el camino a casa es corto pero oscuro.

Hasta ahora hablábamos de cosas sin sentido y en poco tiempo termine mis labores. Comencé a guardar mis cosas y ya lista se lo hice saber a Diego.

Cerré el café y subimos al auto de Diego. Todo el camino fue en un silencio cómodo, disfrutaba del camino.

Llegamos a mi edificio e inmediatamente Diego se bajo a abrir mi puerta.

-Gracias-. Susurré.

-¿Gustas pasar? Hace un rato no te pude invitar porque era tarde pero ahora tengo algo de tiempo-. Sonreí.

Diego me miraba no muy convencido, miró su reloj y después de unos segundos accedió.

Lo guíe hasta la entrada del edifico para pasar al elevador. Ya en mi piso caminamos hacia mi departamento.

-No es muy grande pero es mi hogar-. Comente antes de entrar.

Encendi las luces y deje que Diego pasara, examino detalladamente todo.

-Pues es muy lindo-. Comentó.

-Toma asiento, ponte cómodo-. Camine hacia la cocina.

-¿Quieres algo de tomar?-. Pregunté.

-No, así estoy bien.

Regrese con el.

-¿Cuánto tiempo llevas aquí?

-Más o menos año y medio.

POV. Diego

Seguimos charlando de cosas triviales.

Ella era tan linda, su linda voz y la manera que tiene de expresarse. Sus cabellos moviéndose con el viento y esa mirada tan linda que trasmite tanta paz y tranquilidad.

Podía quedarme horas aquí observándola y admirarla por completo, pero no podía.

-Ya tengo que irme, mañana entreno temprano.

-Oh, claro.

-Gracias por invitarme a pasar.

-No hay de que, te acompaño a la puerta.

Viridiana se levantó del pequeño sofá y me guio hasta la salida.

Me quedé unos segundos parado en la entrada, de frente a ella.

-Espero vengas pronto, hasta luego.

Se acercó a besar mi mejilla, gustoso dejé que lo hiciera.

-Hasta luego-. Le sonreí y camine por el pasillo hacia el elevador.

Escuche su puerta cerrarse. Y más que satisfecho por haberla visto entre a mi auto y maneje hasta mi casa.

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"Concentrate" gritó el director técnico para mi.

Estaba entrenando o al menos eso intentaba, me sentía muy distraído.

Pero es que solo quería que el entrenamiento acabará, quería ver a Viridiana.

Ya no aguantaba más sin ella.

Después unos cuantos regaños más, por fin se acabó el entrenamiento. Iba a salir corriendo de las instalaciones cuando el director técnico me freno.

-Quiero hablar contigo, Diego, aún no te vayas.

Asentí.

No tenía ganas de quedarme pero no podía hacer nada, más tarde iría con Viridiana.

Aunque tal vez esto estaba mal, hasta yo me sentí distraído. Ella me tenía mal, el querer estar todo el tiempo con ella.

Tal vez fue un error conocerla.

Aquella tarde sin ánimos de nada, me anime a ir por primera vez a ir aquel café. Verla con sus tacones bajos, una coleta algo despeinada y su sonrisa que jamás desapareció.

La manera en la que me dejo sin palabras, me impresionaba la manera en la que me dejo flechado.

Una sola vez me basto para aventarme con ella e invitarla a salir.

La emoción que sentí cuando me dijo que si. Su personalidad, tan transparente e inocente.

La manera que tiene de expresarse, como trabaja a diario y se mantiene así misma, es una mujer maravillosa.

Jamás volveré a pensar que fue un error conocerla. Ha sido lo mejor que me ha pasado y aún sin siquiera haberla abrazado, me siento en el cielo cuando estoy con ella. Muero por probar sus labios y su piel.

-¿Estás pensando en ella? Tu sonrisa te delata-. Hablo el director sacándome de mis pensamientos.

Ni si quiera me había dado cuenta de cuando entro, ni tampoco me di cuenta de la sonrisa que se formo en mi rostro.

-¿De qué habla?-. Me hice el desentendido.

-Lo sabes perfectamente.

-Mira, no puedo prohibirte nada en tu vida personal y que mejor que estés conociendo a alguien. Pero no puedes estarte distrayendo así, mañana es el juego y espero no sigas así.

-Al contrario, espero ella te de esa motivación de darlo todo en el campo.

Me quedé sin palabras ante lo que había dicho. ¿Era tan obvio que estaba loco por ella?

Se acercó a mi y palmeo mi hombro.

-Espero te vaya muy bien con ella-. Y así finalizó la conversación, llendose de ahí.

No podía evitar pensar en lo que dijo, no quería que Viridiana siguiera siendo una distracción y obvio tampoco quería alejarme de ella.

Si ella estaba en mi cabeza, tiene que estarlo como motivación. Que por ella salga a hacer mi mayor esfuerzo, que llegue a su lado con buenos resultados.

Aún pensando en todo eso salí al estacionamiento a dirigirme a mi auto para conducir hasta el café de Viri.

Tenía tantas ganas de verla y ahora más motivado que nunca.

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Prohibido (Diego Valdes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora