Capitulo 8

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POV. Viridiana

No había mejor manera que despertar a lado de Diego.

Como pude quite su brazo y me levante de la cama, inmediatamente busque mi ropa interior.

Busque mi teléfono.

Me metí a redes sociales y solo hablaban de Diego y su... ¿esposa?

Regrese a la habitación con mi respiración agitada y varias lágrimas contenidas.

-Quiero que te vayas de mi casa.

Diego sin entender nada y apenas despertándose solo me miraba con una cara de confusión.

-¿Qué no escuchaste? Lárgate de mi casa-. Grite aún más fuerte.

-No entiendo Vi, ¿Qué sucede?

-Tu eres quien más sabe porque esto y no quiero que me vuelvas a decir así.

Todas mis lágrimas contenidas comenzaron a salir.

-Pero, ¿Qué pasa?

Se acercó a mi tomando mi rostro con ambas manos y juntando su cuerpo al mío.

A escasos centímetros de mi rostro tome fuerzas y lo empuje lo más lejos que pude de mi.

-Toma tus cosas y sal de aquí-. Solté todas mis lágrimas.

Fue lo último que dije para después salir de ahí, no lo quería ver.

No podía ser, me había visto la cara de estúpida.

Le abro las puertas de mi hogar y termina mintiendome. Me sentía totalmente usada, pero era obvio. La edad si importaba, el solo me quería por ser joven.

Me quería como su juguete sexual, para pasar un buen rato.

Solo escuche como la puerta de la entrada fue abierta y cerrada.

Fue cuando tomé fuerzas y sali a la sala, efectivamente el se había ido.

Inspeccione la casa y no había rastro de él.

Me tumbe en el suelo de mi sala.

Me sentía tan sucia.

Me mire al espejo, solo veía todas las marcas que había dejado la noche anterior.

Inmediatamente me quite del espejo y corrí a tomar una ducha.

Odiaba verme así, la sensación que había dejado en mi cuerpo.

Cada parte que enjabonaba hacia a mi mente mostrar todos esos recuerdos. Y eso no era lo peor, lo peor era que la sensación era tan gustosa.

Me gusto todo lo que hizo, pasar la noche contigo me había echo sentir como nunca.

Sus manos recorriendo todo mi cuerpo, presionando con fuerza mis caderas. Su boca rozando mi piel, haciéndome erizar.

Llore aun más desconsoladamente.

Salí de la ducha envuelta en una toalla.

No tenia ganas de absolutamente nada, así que solo me tumbe en mi cama a seguir llorando.

No recuerdo más, solo llorar y llorar hasta dormir.

No fue hasta las 2:00a.m cuando por fin desperté. Habían pasado tantas horas, tantas horas en las que dormí y pude descansar. Mi mente por un momento se había olvidado de ti.

Mi teléfono sonaba una y otra vez con cientos de llamadas y mensajes.

Eran de el, decidí apagar mi teléfono y volver a dormir.

Aunque ya no pude.

Mi cabeza me estaba matando, todos esos pensamientos e ideas.

No había palabra para describirlo, la manera en la que me entregué a él.

Como había visto y recorrido cada parte de mi cuerpo. Como había dejado que entrará a mi habitación, mi lugar seguro. Todas nuestras platicas, todo lo que le conté.

La felicidad que me causaba verlo, saber que me estaba esperando. Sus nuestras de interés hacia mi y hacia mi vida.

Probar sus labios por primera vez, tomar tu mano.

El sentimiento que fue ir al estadio, corear tu nombre. La emoción al verlo anotar un gol y que fue dedicado a mi.

Pero que tonta, ¿A cuántas más no les habrás dedicado goles?

Conocer a sus compañeros, su lugar de trabajo. Sus celos tan tontos que solo me hacían sentir que de verdad me quería y quería tener algo conmigo.

Solo fui una ilusa, una estúpida ilusa que te ama. Que de verdad imaginaba un futuro a su lado, una ilusa que soñaba despierta con el.

Me da asco el solo pensar en verlo llegar a tu casa con tu esposa. Tal vez hasta hijos tenga.

Que asco revolcarte con tu amante y llegar a tu hogar a abrazar a tus hijos.

Llegar y pasar la noche con ella.

Que asco, fallarle así a tu esposa y a tu familia. Que tengas que tener a otra mujer para sentirte completo.

Y me da más asco saber que yo soy esa amante, esa cualquiera que se revuelca con un hombre de familia.

Que asco saber que soy yo quien esta destruyendo un matrimonio y de la peor manera.

No aguante más y solté ese llanto tan desconsolado que intentaba no sacar.

-¿Por qué yo?-. Grite en la soledad de mi departamento.

¿Por qué tengo que ser la otra mujer?

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(The other women).

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Prohibido (Diego Valdes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora