Ideas en Orden

1.2 Un Extraño - Edward Cullen II

Narrador Omnisciente

Todo cobró sentido al cumplirse un año desde que despertó, había estado teniendo terapias en sus piernas con Edward.

Le coqueteaba y le parecía tierno algunas veces mientras que en otras era incómodo, pero el amor que Edward describía entre los dos no hacía más que enfriarse cada vez más.

Cada caricia que Edward daba en su rostro, en sus brazos, su cabeza, no movía su corazón más que darle escalofríos. Cada beso en sus manos, mejillas, cabeza u hombro, no despertaban nada en ella. Sus palabras, sus anécdotas no llamaban a ningún reconocimiento de su parte.

Ahora podía caminar, distancias cortas, pero era uno de los mejores sentimientos en todo este año.

En estos momentos, Edward la ayudaba a flexionar sus piernas mientras estaba recostada en la cama. Se llenó de valor y habló.

- En el accidente... - sintió a Edward tensarse por un instante antes de continuar. - ¿Estabas tú conmigo?

Edward rió con amargura.

- Creí que no lo recordarías.

- No recuerdo más que imágenes borrosas. - Edward asintió sonriendo, siguiendo con su labor. - pero recuerdo el sentimiento. - Edward se detuvo. - Tenía prisa, miedo... pero en el calor de mi mano había seguridad...

>> Eres frío, tu voz es suave, como una caricia... pero... Es como si fuera la primera vez que la escucho...

- Es por tu memoria, aún no ha vuelto. Creí que habíamos hablado sobre que sería mejor enfocarnos en el presente y así tus memorias volverían cuando menos lo esperaras. - dijo y acarició su cabeza, haciéndo que Harper se alejara.

- Es que no puedo... - se sentó. - no puedo dejar de pensar en que... esto. - señaló la habitación. - no es normal, es un sentimiento que no me deja tranquila.

Edward bajó la mirada, se veía realmente lamentable y herido.

Harper se acercó a él y puso su mano en el hombro de Edward.

>> No quiero hacerte más daño... Sé que es difícil estar conmigo mientras yo no te recuerdo. - Edward iba a responder pero Harper se adelantó. - Deja que me vaya. No para siempre, solo un día o dos, a mi casa, en la que nací, a la vieja casa de dos pisos a una calle de la escuela...

Edward la miró sorprendido, pero Harper solo le dirigió una sonrisa amable, esperando a que aceptara.

- No. - respondió Edward y se levantó yéndose.

Harper quedó en su lugar confundida.

Al poco tiempo, Jasper entró a la habitación y se arrodilló junto a la cama, frente a Harper.

- ¿Cómo es que recordaste tu casa? - preguntó con gentileza.

Harper, con lágrimas en sus ojos apretó la mano que Jasper le ofreció.

- No recuerdo mucho, solo pequeñas imágenes donde estamos tú y yo en esa casa...

Jasper asintió, emoción en sus ojos demostrado por un brillo.

- ¿Recuerdas qué hacíamos? - preguntó esperanzado.

Harper rió.

- Me ayudaste a reparar un foco en la cocina, dijiste que no querías que...

- ... que la casa explotara. - completó Jasper y, con una mirada determinada se levantó. - Te llevaré allí. - miró a su alrededor. - Ahora.

La cargó con sus brazos bajo sus rodillas y espalda.