3.2 Responsabilidad - Carlisle Cullen

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Narrador Omnisciente

Carlisle se volvió de adulto torpe a y, finalmente, a pa', el pequeño Sebastian era muy orgulloso como para llamarlo papá, aunque hablaba dormido y su subconsciente lo traicionaba.

Carlisle había ido a ver al chico que Rosalie le había pedido convertir tres días después del suceso. Era amigable y juguetón, no le guardaba rencor por haberlo convertido, incluso le agradecía con creces en cuanto miraba a Rosalie, quien se mostraba preocupada por su comodidad. Se presentó como Emmett McCarthy, fue rápido en adaptarse a su nueva vida.

Carlisle veía como las cosas cambiaban a su favor. Rosalie ya no lo veía con resentimiento pues ahora su mirada transitaba sólo en aquel chico. Por lo tanto, los dejó asegurándoles que los visitaría si necesitaban ayuda o apoyo, y volvió a su vida con Sebastian, a quien aún guardaba en secreto.

Sebastian cumplió sus seis años y Carlisle lo celebró llevándolo al parque para que jugara con otros niños, hasta que le dio hambre, luego fueron a la cafetería donde lo llevó la primera vez, después a una tienda de juguetes donde escogió su regalo y por último a una escuela de artes donde le dio a escoger alguna clase extracurricular, pues empezaría a ir a la escuela el próximo mes.

Fue uno de los mejores días para Sebastian que terminó exhausto y, como la mayoría de veces, dormido en los brazos de Carlisle, que lo cargaba de regreso a su departamento.

Mientras sacaba sus llaves con su mano libre, batallando un poco para no despertar a Sebastian o temer a que se le cayera, sintió una mirada, un olor característico de alguien a quien no veía hace muchos años.

La llave entró en el cerrojo y la giró abriendo la puerta, se hizo para atrás mirando con seriedad al joven en las sombras. Acomodó con más firmeza a Sebastian en sus brazos, protegiéndolo.

- Hablemos adentro. - invitó y Edward asintió caminando fuera de las sombras y dentro del departamento.

Pero algo que notó el cobrizo es que, cuando pasó frente a su creador, éste evitó que tuviera cualquier tipo de contacto con el niño en sus brazos. Como si sostuviera algo muy preciado que, incluso con solo mirarlo, se podría romper.

Edward entró y miró a su alrededor, el departamento desprendía una calidez y frescura que hacia mucho no había sentido. Suspiró, en esta década apartado de Carlisle pudo darse cuenta de muchas cosas, una de ellas era que Carlisle realmente le había provisto de una buena vida.

Su habilidad lectora de mentes le mostraba que Carlisle solo pensaba en el bienestar del pequeño Sebastian y cómo lidiar con Edward.  

Carlisle llevó a Sebastian a su propia habitación en vez de la de su hijo, no estando tan seguro con la presencia de su primer convertido, así que lo acomodó bajo las sábanas y cerró la puerta.

- No le haré nada...- escuchó la voz ronca de Edward, dando a entender que no había hablado en mucho tiempo.

Cuando Carlisle llegó a la sala de estar, Edward yacía recostado vagamente en un sillón, con los ojos cerrados.

Carlisle se sentó en el sillón individual, frente a Edward y esperó a que hablara, de seguro con su habilidad sabría las preguntas que tenía.

Edward sonrió de lado mientras escuchaba los pensamientos de su creador, pero también estaba interesado en la mente del niño que dormía en una de las habitaciones.

- Entonces, ¿a qué debo tu visita, Edward? - decidió hablar Carlisle.

Edward abrió los ojos con pereza, mirándolo.

- ¿Cómo se llama? - preguntó evasivo.

Carlisle desvió la mirada y respiró innecesariamente profundo antes de responder, volviendo a mirarle.

- Sebastian. ¿Has ido a ver a Rosalie? No esperaras que crea que me encontraste de paso. - retomó el control de la conversación.

Edward se incorporó, apoyando sus codos en sus piernas, inclinándose hacia adelante mientras suspiraba.

- Si... fui a ver a Rosalie. Me encontré con su gigante novio en el bosque y me llevó a su cabaña por una ducha. - respondió encogiéndose de hombros. Sonrió de lado y habló de nuevo, respondiendo a la mente de Carlisle. - Fue Rosalie quien empezó con el tema, decía que la última vez que te vio te notó diferente, como si algo bueno te hubiera pasado. Dijo que te habías quedado en la ciudad. Sólo vine y seguí tu rastro desde el hospital.

>> Entonces, pensé en hacerte una "visita" para ver cómo iba todo. No esperaba verte con un reemplazo.

Carlisle se levantó al instante.

- Estoy bien. - suspiró por la nariz y puso una sonrisa que no llegó hasta sus ojos. - Fue un gusto verte de nuevo Edward, es momento de que te retires.

Carlisle se dirigió a la puerta pero no alcanzó a abrirla pues Edward habló de nuevo.

- Lo siento. No debí haber dicho eso.

Carlisle le volteó a ver y esperó a que continuara.

Edward suspiró y rascó su cuello.

>> En realidad yo, los estuve buscando, a ti y a Rosalie, estos años no fueron como creí que sería. Al principio sí, pero quedé con un sabor amargo y recordé mi vida contigo... yo solo quería volver. Q-quiero ajustarme a tu estilo de vida, de... dieta, y poder quedarme. No preguntaré sobre el niño, sólo... por favor... acéptame de vuelta.

Escucharon ruido y voltearon a la vez para mirar a Sebastian abrir la puerta.

- ¿Te despertamos? - preguntó Carlisle con suavidad caminando hasta el pequeño, arrodillándose a su altura en cuanto llegó frente a él.

Sebastian miró a Carlisle con sus ojitos adormilados antes de voltear a Edward y de regreso a Carlisle.

- ¿Quién es él? - le susurró.

Carlisle le sonrió.

- Es un viejo amigo mío. - explicó. - algo pasó y vino a pedirme que si se podría quedar con nosotros, ¿Qué dices?

Sebastian miraba a Edward con sospecha.

- ¿Por cuánto tiempo? - preguntó aún en susurro.

 - Por mucho tiempo... - respondió Carlisle. - tengo que cuidar que no se meta en problemas. 

- ¿Es como yo? - dijo analizando a Edward de pies a cabeza. 

Carlisle rió y negó con la cabeza.

- Peor. - respondió.

Sebastian lo pensó por un momento y luego asintió.

Carlisle se enterneció y besó la cabeza de su hijo antes de mandarlo de regreso a la cama.

- Fue muy considerado haberlo acogido, Carlisle. - comentó Edward.

- Parece que ambos tuvimos suerte. - fue la respuesta de Carlisle.

>> Anda, ve por tus cosas, las dejaste en los arbustos de enfrente, ¿no?

A partir de ese momento, Edward se unió al par de padre e hijo, pero ni él ni Sebastian buscaban entablar amistad alguna con el otro. Carlisle era lo único que los relacionaba.

Pero habría alguien más en el futuro de los Cullen (incluyendo a Edward). Otra persona con la  que el patriarca tendría que compartir su amor y cariño, pero de diferente manera, y Sebastian sería uno de los más emocionados con esto a pesar de sus reservas.

Ella se convertiría en un tesoro para padre e hijo, en diferentes ámbitos, pero eso es otra historia. 

Por ahora tendrían que lidiar con la molestia de Rosalie al descubrir al niño que Carlisle había ocultado todo este tiempo, aunque no duró mucho al ser un punto débil en ella. Pronto Carlisle se vio en la necesidad de buscar una casa para todos, en su pequeño departamento ya no cabían.

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