Entre armas y rosas.

CAPÍTULO V: La ciudad paraíso de Jasemine

Cada día era lo mismo. Fiesta las 24 horas y una vida al borde de la locura. Nuestras vidas pendían de un hilo pero poco nos importaba. Eramos jóvenes todavía. Si no haces cosas estúpidas cuando eres joven, cuando seas viejo no tendrás nada porque sonreír.
Tuve algo que creí que era un sueño. O tal vez fue una realidad. No estaba segura en ese momento y tampoco lo voy a estar ahora. En fin, voy a relatar lo que ocurrió en la "Ciudad paraíso".
Después de haber consumido altas dosis de LSD empecé a caminar por una playa de arena verde y muy fina. Los triángulos gigantes no paraban de entrar y salir del agua cargados por manchas antropomorfas. Seguí caminando y un brazo de algas me tiró a la arena. Me levanté y me metí al agua. Empecé a bucear y nade con caballitos y estrellas de mar. Todo era hermoso. Mientras nadaba una blanca espuma recorría mi cuerpo. Los caballitos hicieron formas con sus cuerpos y cuando menos lo esperaba ya era una sirena. Sabía que eso era obra de los caballitos. Con mi nuevo cuerpo nade por el arrecife y un cangrejo me dijo que fuera a su cueva. Cuando entré ahí estaba Axl. Me miró a los ojos. Él también tenía su nuevo cuerpo. Nadamos juntos por varios kilómetros hasta llegar quien sabe donde. Sacamos nuestras cabezas del agua para ver la puesta del sol. Era tan romántico. Axl me dijo:
- Eres muy hermosa Jas-
Me sonroje. Lo miré y besé su cachete.
El sol se puso y toda la paz y quietud se acabó. Unas manchas azules nos sacaron del agua y nos arrastraron a su rectángulo que hacía mucho ruido. Nos pusieron las manos atrás y nos metieron dentro. Desperté junto a Axl en una oscura celda que ningún parecido tenía a mi ciudad paraíso...