4

1K 166 15
                                    


"El corazón tiene razones que la razón ignora" 

-Blaise Pascal



Jasper

Me sentía como un terrible hijo de puta. No sé por qué tenía la necesidad de acercarme a Sasha, y cuando lo hacía mi boca decía las palabras incorrectas y siempre eran hirientes.

No entendía mi actitud y eso me ponía de mal humor. Yo, que siempre había sido gentil con las mujeres y ninguna podría decir que era un imbécil, me estaba comportando como esa clase de hombres que detestaba.

Pero había algo que me llevaba ella y después la jodía.

Recuerdo cuando era un adolescente que andaba detrás de mí todo el tiempo y en ese momento variaba entre lo tierno hasta lo molesto.

Después cuando se convirtió en una mujer, en una bastante salvaje diría yo, comencé a tener más interés.

No fue hasta hace 3 años que me di cuenta de la atracción que había entre nosotros, aunque podía notar que ella claramente tenía sentimientos.

Yo no quería una pareja, y realmente sigo sin quererlo. Pero no podía negar que los escasos encuentros sexuales que había tenido con Sasha habían sido los más placenteros de mi vida.

Algo tenía, pero no sabía bien que. Era algo intangible e incalculable, incluso algunas veces solamente quería verla para cenar con ella o charlar.

Entonces me puse un freno, esto no es lo que quería aunque me gustaba.

Y admito que no fui un hombre poco machista.

De adolescente y hasta joven adulto me había burlado de mis amigos que se emparejaban con alguien que entraba en los cánones de "gorda".

También sabía que eso era una estupidez porque no podía pensar en una mujer más bella que Sasha.

Pero ya había dicho muchas cosas en el pasado como para retractarme.

Me encontraba en mi puesto de trabajo en el club. No faltaba nada para la apertura del día de hoy así que me encargaba de poner la barra en orden para cuando empezará llegar la gente.

— Estás demasiado concentrado para secar unos vasos.

Jarro de los ojos con cansancio porque por un momento me había olvidado que mi hermano estaba en el mismo espacio que yo. Me giré y apoyé mi cuerpo en la barra, dejando el trapo húmedo colgando sobre mi hombro.

— ¿Me dijiste algo?

— Si, que estabas muy distraído y justamente no me prestaste atención.

— Lo lamento, últimamente ni yo sé dónde tengo la cabeza.

— ¿Alguna mujer, quizás?

Me arrojó uno de los trapos que estaba sobre la barra, haciendo un chiste infantil.

— No, idiota. No todo es pensar con la polla, ¿sabes? — Recién ahora había notado que en una buena temporada no había venido al club siendo que era casi su segunda casa — ¿No te he visto en un tiempo por aquí?

— Es que descubrí que me gustaban algunas cosas que todavía no las ofrece este club.

— ¿Cómo qué cosas?

Sonrío ampliamente y me recordó al gato de Alicia en el país de las maravillas.

— Los encuentros Swinger.

La Destinada de los DouglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora